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Le habían dejado un par de prendas disponibles, un jumper, unos pantalones, un par de blusas y un par de vestidos. Todo era blanco, gris, negro o de un color azul pastel muy bajito. Terminó decidiéndose por el vestido gris con destellos blancos en la tela, era largo y ceñido y parecía tener una constelación en la parte de arriba, hasta la cintura. Brillaba sin esfuerzo, estando perfectamente alineado, como todo lo demás en Vantag.

Aurora se recogió el cabello en una cebolla baja. Desde que habían eliminado a dos concursantes, las cosas se habían puesto tensas. Los demás se helaron sobre sus lugares, inclusive el público dejó de aplaudir unos momentos para procesar la noticia. Era algo que jamás había pasado, habían muy pocas probabilidades de que dos personas fueran eliminadas en exactamente la misma milésima de segundo, pero al fin había pasado.

Después de eso, los habían retirado a ambos de la sala sin decir palabra, como si fuera lo más normal del mundo. Se preguntaba dónde los regresarían a la tierra, considerando que no podían subirse a la misma nave que ellos por su seguridad.

Los pensamientos y las preguntas comenzaban a abrumarla. Salió del reluciente y etéreo cuarto que le habían asignado, de pisos de porcelana y tecnología en cada pared que hacía la vida más fácil. La puerta se cerró detrás de ella en automático, mostrando el número once que tenía grabado, y el logo que le habían asignado.

Sí, había quedado en la línea. Al menos no la habían eliminado.

Caminó por el pasillo, con los tacones que le habían dejado en su habitación haciendo eco sobre la porcelana. El evento no era hasta dentro de una media hora, se había despertado antes y vestido muy rápido, pero no toleraba un segundo más estar encerrada en ese cuarto con sus pensamientos y la culpa de haberse distraído y casi enviar todos sus sueños por la borda por su falta de atención.

--Te queda muy bien-- escuchó detrás de ella. Se volvió para ver de quién se trataba, y vio que Erik se encontraba frente a su puerta con un traje blanco de una tela que parecía satén. Se veía muy bien.

--Gracias-- respondió ella y señaló con la palma de su mano al contrario. --Lo mismo digo de ti.

El rubio rio, y se encaminó hacia ella. Le señaló el pasillo con la mano.

--¿Quieres ir al jardín o algo así?-- preguntó.

--Claro, por qué no-- respondió Aurora.

Comenzaron a caminar por el pasillo en un silencio que crecía un poco incómodo. Había convivido con el chico antes, y, aunque le agradaba bastante, jamás habían estado los dos solos, siempre habían convivido en grupo y con temas en común que alguien más ponía. No tardaron en llegar a los jardines más pequeños de la ciudadela, comenzando a recorrerlos por uno de los senderos.

--Aurora, ¿te puedo confesar algo?-- Le dijo él y ella se limitó a mirarlo y asentir, sin dejar de caminar. No tenía la más remota idea de por qué él le confesaría algo a ella.

--No puedo dejar de pensar en Iknemihr, y en el lago. Nadie nos explicó nada cuando salimos, el por qué el agua nos cansó de esa forma, o por qué nos hizo alucinar con nuestras peores pesadillas. Aún no sé muy bien qué tanto de lo que viví después de eso fue real.

La pelirroja se volvió en su dirección, deteniéndose sobre sus pasos. ¿Alucinaciones? Ella no había alucinado nada, a menos que...

--Espera, ¿qué?-- respondió. Erik se volvió en su dirección, manteniendo sus ojos sobre los de ella. Había miedo en ellos; decía la verdad.

--Sí. A menos que me hayan tirado de la nave y me haya congelado en el espacio en serio, fue una alucinación muy vívida. Incluso pude sentir el frío y la desesperación de no poder respirar antes de despertarme. Creí que tú también habías tenido algo así, ya sabes, estabas temblando después de que te llevé a tu habitación.

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