Radio Johnny es uno de los proxies de Splendorman. Johnny es un chico huérfano al cual le encanta la música, se crío durante gran parte de su infancia en un orfanato. A los 14 años huyó y conoció a Splendorman en el bosque, el cual le salvo de Slenderman.
Johnny es un chico rubio, de complexión delgada y alto, tiene dos estrellas una en cada mejilla. Su vestimenta consiste en unas gafas, un suéter de color ver con una estrella con una nota musical en el centro, pantalones azules, botas y guantes de color negro, en ocasiones lleva un gorro de color azul.
Historia
Johnny Michaels era un buen chico de catorce años, que amaba la música prácticamente desde que nació, estaba en sus venas. Lástima que era huérfano desde bebé, y vivía en el orfanato católico de Seattle, lo cuál truncaba sus sueños de ser un gran cantante. A pesar de poseer variados talentos, Johnny nunca fue adoptado. Por ejemplo, había aprendido a tocar el pandero, la trompeta, el piano y la guitarra, y todo él solo desde muy corta edad; utilizando los viejos instrumentos que tenía el orfanato. Pero su instrumento más inseparable era una guitarra de madera sencilla, que le habían regalado las monjas por su cumpleaños número diez. Siempre la llevaba a todas partes, cantando canciones que el componía o los éxitos de la radio. Porque también poseía una angelical voz, y muy seguido, las compañeras del orfanato le pedían que les cantara canciones, y curiosamente se sabía casi cualquier canción que le pedías.
Esto provocó que sus compañeros comenzaran a llamarlo "Radio Johnny", porque parecía una estación de radio andante. Aunque ellos lo hacían por burlarse y molestarlo, Johnny era demasiado inocente y creía que era un apodo con cariño y compañerismo. Y a pesar de no haber sido adoptado nunca, el chico era muy optimista y alegre y le gustaba hacer sonreír a todo el mundo, con bromas o cantándoles canciones alegres. Además no perdía la fe de que llegara una buena familia que se apiadara de él y lo adoptara.
Y precisamente ese día era día de adopción. Día en el que venían familias buscando el niño perfecto que llevarse a su casa. Johnny se arregló lo más que pudo, peinó su lacio cabello rubio y se puso la ropa más decente que tenía. Al llegar la tarde todos los niños se reunieron en la sala de estar, recibiendo a dos parejas que venían a adoptar. Ellos observaban por todos lados pero la verdad su vista se iba más hacía los niños más pequeños. Johnny suspiró.
Los cuatro adultos entraron al despacho de la madre superiora a hablar sobre el asunto. Una vez adentro, la madre superiora comenzó a hablarles sobre cada niño que habitaba el orfanato, su forma de ser, sus gustos y todas esas cosas. Les mencionó de último a Johnny Michaels, dando a resaltar sus talentos en el canto y la música, y que era un niño muy amable y bueno. Pero los adultos hacían muecas de no agradarles la idea.
— Disculpe usted madre, pero la verdad ese chico es prácticamente un adolescente. Buscamos a un niño pequeño. Usted sabe, no creo que nadie lo adopte. —Mencionó una de las señoras ahí presentes.
La otra pareja asintió dando la razón. La madre sonrió de manera obligatoria. Pero lo que ellos no sabían es que estaban haciendo llorar al pobre rubio, que estaba afuera escuchando todo. Lo primero que se le ocurrió hacer fue salir corriendo del lugar con dirección al patio.
Una vez ahí, chocó con el chico más grande del orfanato, un pelinegro de dieciocho años. El muchacho, que estaba acompañado de sus tres amigos casi igual de grandes que él, se reía a carcajadas de Johnny; que al chocar se había caído al suelo.
— Hola radio con patas. —se burló el pelinegro y sus demás amigos rieron.
— ¿Estás llorando porque nadie quiere adoptarte? Así de cruel es la vida, ya ríndete inútil. — Le dijo de una manera fría para después retirarse de ahí con sus amigos, dejando tirado y llorando aún más al pobre Johnny.