Capítulo 11: Adiós

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—Tengo que decir la verdad —menciona una obnubilada Aidée

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—Tengo que decir la verdad —menciona una obnubilada Aidée. Vuelve sobre sus pasos y me da la impresión de que tampoco cree en las palabras de Emilio sobre mí—. Tú eres el que debe ir preso.

Él cubre su rostro con ambas manos, hace la cabeza hacia atrás y ahoga una especie de grito. Yo me encuentro en un vahído, no sé qué pensar ahora sobre todo esto que sucedió, me gustaría creer que se trata de una pesadilla de la que pronto despertaré. No obstante, ver como el hermano de Brisa se mueve para acercarse a mi exnovia, me confirma que se trata de una realidad que no se puede alterar.

Ella suelta un quejido y aprieta los ojos, yo también lo hago, porque me siento impotente y no quiero saber lo que puede pasar, sin embargo, no tardamos en escuchar los apresurados pasos de Emilio desplazándose por el extenso pasillo. Aidée abre sus orbes, se da una palmada en el rostro y luego sale de la habitación con el fin de seguirlo. Yo voy detrás de ella, necesito saber qué es lo que tiene planeado hacer.

Atravesamos el pasillo, siguiendo su delgada espalda a lo largo de este. El callejón termina en un diván. Esta parte de la casa tiene un gran escritorio de madera, detrás un sillón de cuero y un enorme librero. Imagino que es la oficina de su padre. Emilio se detiene cuando llega al escritorio, Aidée frena a unos pocos metros de este, teme acercarse demasiado.

—¿Vas a llamar a la policía? —interroga ella.

Me encuentro justo detrás de Aidée, hago el intento de tocar su hombro para darle apoyo, pero no puedo, mis dedos pasan a través de su cuerpo.

—Si lo haces, yo diré la verdad sobre lo de Damián —le recuerda—, él estuvo conmigo toda esa noche. Además, si él se murió fue por tu culpa.

Emilio agacha la cabeza, creo que tampoco soporta la presión del momento. Este no es su mundo, no está acostumbrado a amenazas de muerte, a lidiar con policías y a afrontar situaciones turbias. Creo que más bien nadie se habitúa a eso, quizá solo nos resignamos a que es lo que nos tocó vivir y que no lo podemos cambiar.

Él estira una mano, al parecer está abriendo uno de los cajones del escritorio. El sonido que hacen las cosas al golpearse las unas contra las otras debido al movimiento, me confirma que está buscando algo. Aidée está por dar media vuelta, cuando Emilio saca del cajón el arma que utiliza su padre.

La fosa a la orilla del río | DISPONIBLE EN FÍSICO| ✅ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora