Como cada mañana me levanté con un humor fatal, de esos en que la mínima cosa es capaz de irritarte, y no porque fuera lunes específicamente, sino por el hecho de tener que ir a la escuela.
Adiós verano, hola escuela.
A muchos de seguro le hace gracia el comienzo del curso escolar, pero a los antisociales como yo, no tanto y mucho menos cuando tienes unos padres pendientes de tu desempeño académico. No es por alardear, pero admito que tengo uno de los mejores promedios de mi año. Como les dije antes, soy un friki antisocial, no tengo muchas cosas en que emplear mi tiempo, por lo que al menos estudio, algo provechoso tengo que sacar de mi estatus de marginado.
Por suerte este sería el último curso de bachillerato, de aquí a la universidad. No me hace ilusión, pero al menos cambiaré de aires. Con el pensamiento en mente de que este curso sería igual que los anteriores, me subí en el auto que mis padres me habían regalado y conduje hasta la escuela. Por suerte no tenía que irme en el infernal bus escolar.
El colegio estaba igual, nada había cambiado. Una banda de niños nuevos empezaba este año, me daba gracia como le brillaban los ojitos de la emoción, y me acordé de mí hace dos años atrás, pero las cosas no resultaron como esperaba y mírenme aquí.
Con los cascos puestos me encaminé por el largo pasillo hasta mi taquilla, dejé lo innecesario y agarré los libros para dirigirme a la primera clase.
¿Qué mejor para comenzar que una clase de Matemática?
No sé si se dieron cuenta de que estaba súper emocionado, tanto que si fuera por mí me hubiese quedado encerrado en el baño.
Al llegar al aula varios estudiantes ya estaban ahí, reunidos en pequeños círculos hablando animadamente. Como escoria social que soy, me senté en mi pupitre, al fondo y al lado de la ventana.
Cosa extraña, encima de él se encontraba una rosa roja muy hermosa.
¿Hoy es el día de ponerle flores a los muertos o qué? Digo muertos, porque no creo que haya muchos que reparen en mi existencia, soy como el chico invisible del salón.
Sin darle mucha importancia, la guardé debajo y me dispuse a acomodar los libros. Acto seguido llegó el profesor Smith y comenzó la tediosa hora de mate.
Cuando al final sonó la campana para el almuerzo le agradecí a todos los dioses, tenía un hambre de mil infiernos.
Saqué una moneda para comprar de la máquina expendedora una coca cola. ¡Oh sorpresa! La muy cabrona no quería darme mi refresco. Estuve alrededor de diez minutos golpeándola discretamente con la esperanza de que accediera.
—Hey Alex —me saludó un desgarbado chico pelirrojo, me parece que estamos en la misma clase —¿Problemas con María?
—¿María? —cuestioné sin entender.
—La máquina —soltó una carcajada que me hizo vibrar, por lo que le regalé una sonrisa de boca cerrada.
—Pues sí, no me quiere dar mi refresco.
—Descuida, déjamela a mí —comenzó a darle pequeños golpecitos hasta que le propinó uno bastante fuerte que incluso me sobresaltó, y como por arte de magia la máquina me dispensó la coca cola.
—Esto —dije nervioso mientras me ofrecía la lata. —Muchas gracias.
—Por cierto, me llamo Gael —sin decir más se marchó.
Tipo raro, pero le debía una.
Al regresar al salón, una chica rubia muy llamativa se me acercó.
¿Harry Potter me quitaste la capa de invisibilidad y ahora todos me ven?
¿Qué tenía de especial este día que las personas reparaban en mi presencia?
—Hola Alex —me saludó cortésmente.
—Hola —le respondí dubitativo.
—Sé que nunca hemos hablado, pero me pareces un buen chaval, y no quisiera desperdiciar el último curso que nos queda juntos y no llevarme contigo.
¿Qué estrella se iría a caer?
Esto me estaba sonando muy, pero muy feo.
—Vale —asentí con un encogimiento de hombros. —¿Cómo te llamas?
Verán yo soy de estos insociables a los que nadie conoce y de los que no conoce a nadie. Simplemente me ahorro espacio mental coleccionando rostros y nombres relacionados que no me servirán nunca para algo productivo.
—Paula Beltrán —dijo con una sonrisa.
No lo negaré, la chica es muy agradable, y de una belleza exuberante, el pelo rubio largo y el color de sus ojos zafiros contrasta de una forma alucinante.
—Pues mucho gusto Paula —agregué sin saber que más decir.
—Alex, sé que es muy precipitado que te haga este tipo de preguntas, pero no lo puedo callar más.
Sabrá Dios que cosillas no se puede guardar esta niña.
—Venga.
—¿Qué te ha parecido la rosa de por la mañana? —inquirió mientras me clavaba la mirada expectante.
Con que era la dichosa rosa, ¿habrá sido ella? ¿Desde cuándo Alex Gutiérrez tenía admiradoras secretas?
—Te seré sincero, si esto fuese un colegio para niños con problemas mentales, me hubiese asustado un poco, pero no es el caso así que no le he dado importancia —expliqué. —¿Has sido tú?
Justo en ese momento sonó el timbre y Paula volvió a su lugar con una sonrisa en la cara, ¿acaso nunca dejaría de sonreír?
Una rosa, qué tan especial era esa rosa como para que una desconocida, corrijo, una recién conocida me preguntase por ella.
Soy un chico muy curioso, por lo que no me pude sacar de la mente la dichosa flor durante toda la primera semana de curso. Semana en la que no pasó nada especial, de vez en cuando cruzaba palabra con Beltrán y una que otra vez Gael me ayudó con la máquina dispensadora, sin dudas tenía que pedirle que me enseñara.
Fue una buena primera semana, mucho mejor que otras, al menos en esta tenía con quién hablar al menos unas palabras. En los momentos que me volvía invisible aproveché para observar a mis, ahora, cercanos compañeros.
Paula Beltrán era una niña simpatiquísima como pude apreciar desde el primer momento, sin dudas es muy buena persona, está al pendiente de los chicos que la rodean, entre ellos Gael. Por lo que pude observar, se llevan bastante bien, no son los clásicos amigos que andan para arriba y para abajo juntos, pero tienen sus momentos de amistad. A veces me daba envidia, como a algunos le resulta tan fácil hacer amigos mientras que yo me quedo tirado en el rincón oscuro del salón, bueno lo de oscuro es metafórico porque la ventana proporciona la suficiente luz, sin dudas el problema es mi fatídico sentido del humor.
El fin de semana fue relajado, me dediqué a jugar online para que el tiempo pasara rápido. Al ser inicio de curso no tenía deberes que me entretuvieran o que por lo menos me mantuvieran ocupado.
Y así como llegó, se fue, dando paso a un nuevo lunes.

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Rosas para ti [✔]
Romansa«Una rosa...una carta...y un beso» •••••• Historia corta, espero que la disfruten.