•Dick Grayson; Rude Boy•

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[Maratón Dick Grayson]

[Maratón Dick Grayson]

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No paraba de sonreír, había un vigilante que le seguía por los tejados sin cautela alguna

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No paraba de sonreír, había un vigilante que le seguía por los tejados sin cautela alguna. No tenía miedo, ya era habitual que aquel enmascarado la cuidara por las noches después de salir de su trabajo como mesera en una cafetería de la zona. Le iba bien, vivir sola en Chicago era uno de sus sueños y ver al innovador grupo de héroes era genial, saber que el líder de este se preocupaba por ella causaba un sonrojo notable en sus mejillas. No era como si Evie tuviera algún tipo de poder secreto, solo era una simple chica y con una simple vida.

—Gracias.—murmuro mirando el techo de su casa donde se encontró con esa cálida sonrisa.

Habían hablado, el le confesó que le atraía desde el día que la conoció en su trabajo dándole a entender que ya lo había visto sin aquel antifaz pero era confuso; cientos de clientes llegaban a la cafetería era prácticamente imposible reconocerlo.

"No caigas tan rápido, no seas tonta." Se repetía una y otra vez negando con su cabeza rotundamente tratando de evitar todo tipo de recuerdo de su sonrisa perfecta. No sabía a la perfección sus intenciones, era un desconocido.

—Quizá es así con todas las chicas.—bebió de su café admirando a su enorme perro hacerle ojitos.—¿No lo crees?

El perro solo le contesto con un gruñido empezando a voltear a otro sitio atento listo para atacar en cualquier instante dejándola extrañada.

—¿Que sucede, chico?—pregunto acercándose a él para acariciarlo y tomarlo del collar antes de que se abalanzara hasta el vigilante que había irrumpido en su casa.—Ya veo.

—Evie.—suspiro esté apoyándose en la pared exhausto confundiéndola más, la oscuridad no le dejaba ver que ocurría así que no dudo en acercarse hasta el encontrándose con su rostro totalmente lastimado, incluso ciertas partes de su traje estaban hechas tizas.

—¡Oh por! ¿Estas...?—dudosa ayudó al vigilante a caminar hasta su sillón haciéndolo soltar un quejido al caer en el.—Quédate ahí, no te muevas.

—No planeaba hacerlo.—una risa ronca abandonó sus labios admirando cómo está corría a sacar el botiquín de emergencias.

Con cuidado se acercó hasta el, tomando un algodón con un poco de alcohol para pasarlo por su ceja levemente sosteniendo su mentón para guiarse mientras que el castaño admiraba el rostro concentrado de la joven. Aquella mujer lo traía a sus pies, jamás había imaginado volver a enamorarse a tal grado de buscar su bien encima del suyo.

—Tuviste una noche agitada, ¿no es así?—sonrió pasando esta vez el algodón por su labio causando que este suelte un quejido bajo.—Lo siento.

—Fueron más de los que había contado.—murmuro pasando una mano por la mandíbula de la castaña. No tenía un tacto suave gracias a sus guantes ásperos pero sus caricias eran reconfortantes haciéndola sentirse libre de incomodidad por la cercanía.

—Ah, debes tener más cuidado.—protestó con una mueca logrando una sonrisa en el castaño, era tan dulce verla preocuparse por el.

—Lo tendré.—suspiro retirando su mano del rostro de ella para poder quitarse ambos guantes dejándola ver los nudillos rojos del vigilante.

Detuvo sus manos para admirar el antifaz de este; tenía unos ojos tan profundos, no podía negar que quería verlo sin aquel antifaz, el tan solo pasar sus manos por este le causaba tanta ansiedad a tal grado de querer quitarlo por su cuenta pero antes de hacerlo retiró sus manos con rapidez enderezando su cuerpo hasta quedar un paso lejos de el pars regalarle una sonrisa.

—Listo.—murmuro nerviosa mirando al castaño analizarla en silencio.

—Ven aquí.—aquel tono la hizo temblar, aquel tono suave cambió a uno más grave regalándole una buena ángulo a sus rasgos tan atractivos bajo el antifaz. Su traje tan frecuente adornando su sillón con su silueta recostada sobre el.

—Ah, yo, yo, creo que deberías...—titubeo mirando la ceja alzada del castaño.

—Vamos Evie, no muerdo.—una risa ronca volvió a abandonar sus labios haciéndola acercarse hasta este mirando el suelo nerviosa.

No le tomó tanto tiempo pata hacer que la castaña cayese a sus brazos obligándola sentarse en su regazo para poder esparcir besos por su cuello con suavidad haciéndola suspirar. No iba a quejarse, aquel hombre misterioso era totalmente un encanto.

—Estoy sospechándolo que solo me buscabas para hacer esto.—murmuro empujándose con ayuda de sus manos sobre su pecho haciéndolo reír.

—No lo creo, Evie.—bajo su mirada mandando sus manos hasta su antifaz para retirarlo con cuidado dándole a conocer su verdadera identidad.

—¿Dick? Oh por...—sus labios fueron atacados por el castaño haciéndola suspirar.

Richard Grayson, detective en la comisaría de Chicago. Lo conocía, claro que lo conocía por un demonio, ese maldito castaño la arrestó por una absurda pelea con una mujer religiosa que la había acusado de haberla golpeado. Evie solía ser un tanto problemática involuntaria y torpemente, causando que sus encuentros con el detective sean constantes y ahora estaban aquí, comiéndose la boca del otro con toda la tranquilidad del mundo.

—¡Maldición! Creí que no mordías.—se quejó al sentir los dientes del castaño sobre su cuello recibiendo una risa profunda de este y un apretón en su espalda baja haciéndola saltar de sorpresa.

—Nunca hablamos de ello.—murmuro tomando la mano de la castaña para llevarla justo detrás de su cuello donde yacía un botón que hacía que la armadura del castaño se deslice de ambos costados de par a par, dejándole una buena vista de su pecho descubierto una vez que este se retiró la parte superior.

—C-creí que si.—titubeo admirando el cuerpo de este, habían unos cuantos hematomas en el gracias a la paliza de hace rato pero eso no le quitaba para nada lo atractivo.

—Evie, no se que causas en mi pero...—murmuro bajando su mirada a su cuello para acercarse a él.—Me encanta.—aspiro su arma causando que el cuerpo de Evie se estremeciera al escuchar su grave voz.

De esta no salía ninguno con prenda alguna sin duda.

•Titans; One Shots.• [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora