La noche ya había caído sobre sus hombros, y las sombras que el viento dibujaba en el océano hacían sentir a Elizabeth que nada de lo que veía podía estar pasando realmente. Hace menos de 24 horas se encontraba tranquila en su oficina, esperando ansiosa a que el reloj apurara sus manecillas y se proclamara el fin de semana. No, no es preciso decir que se encontraba tranquila, más bien estaba ansiosa, limitaban la alegría y la angustia en su estómago aún en ayunas. Abordar un avión era algo que jamás se hubiera propuesto antes, de no ser por George. Él era todo lo que Lizzy siempre había deseado: atractivo, inteligente y vivaz, el tipo de hombre que puede poner el mundo entero a tus pies si es que él así lo desea. Pero George tenía un pequeño defecto: vivía al otro lado del mundo. Se habían conocido en una conferencia que impartía en una ciudad cercana mientras ella aún era universitaria, y al verlo desenvolverse con tal desplante y magnetismo, no pudo quitarle los ojos de encima en toda la noche, y si la ley de atracción existe, este fue un claro caso de ello, pues horas más tarde volvió a encontrárselo en un bar, y desde ese momento fueron inseparables. George viajaba constantemente a visitarla, pero pasaron los meses y la relación comenzó a volverse cada vez mas seria. Elizabeth sabía que tenía que dar el siguiente paso, conocer las raíces de su novio era algo indispensable, y aunque siempre temió a los aviones, estuvo dispuesta a dejar sus miedos irracionales por él. Aunque... al parecer, tan irracionales no parecían en este instante.
- Hey - absuelta en sus pensamientos, ignoró por completo la voz del sujeto que se encontraba a su lado.
-¿te encuentras bien? - Ella lo miró con tristeza, ¿era acaso posible encontrarse bien en una situación como esta?, ni siquiera podían precisar donde estaban, y evidentemente nadie vendría por ellos. A eso debían sumarle el hecho de junto a ellos, perecía el cuerpo de algún desconocido. Ella no habló, todo lo que tenía que decir ya lo había expresado con su rostro.
- Que día más de mierda - Por primera vez lo miró en serio. No debía tener más de 25 años, llevaba el cabello enmarañado, y sus ojos cafés aún estaban rojos por la sal (¿o quizás de tanto llorar?)
- Esto es.. esto no puede.. es.. es..- Por más que él trataba de aclarar sus pensamientos, no podía, y quién podría en una situación así. Elizabeth esbozó casi una sonrisa y respondió
- Una pesadilla - Dijo, y las lágrimas volvieron a correr por sus ojos.
- Exacto, no puede ser otra cosa que una pesadilla-.
Y ahí se quedaron, en silencio y sin saber que hacer, mirando las olas revolotear, mofándose de ellos, mientras sus vidas se desvanecían segundo a segundo.
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Lo que queda por vivir
RomanceLuego de un feroz accidente aéreo, Elizabeth despierta desorientada. Al rededor de ella sólo ve desastre y destrucción en el paradisíaco lugar en el que ha caído. Su instinto le dice que se mueva, pero su mente y sus temores la obligan a congelarse.