Capitulo III: Segundo día

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- Alex - Lizzy lo miró extrañada
- mi nombre, me llamo Alex - contestó con una voz apagada.
El sol comenzaba a asomarse, alumbrando de a poco cada rinconcito de la isla, era imposible precisar cuántas horas habían pasado desde que llegaron, pero en todo aquel tiempo, no se había movido de su lugar.
- Elizabeth - respondió sin mucho ánimo de seguir la conversación.
A pesar del clima tropical, no podía dejar de tiritar, no sabía si era por el miedo, el shock, o simplemente el hambre y la deshidratación.
Alex se puso de pie y se alejó de la orilla.
- ¿A dónde vas? - se apresuró a preguntar
- Necesitamos algo de comida, no moriremos de hambre, no hoy.
Lizzy tuvo la intención de seguirlo, más se sentía anclada a aquella orilla, sus ojos no se apartaban del océano, es como si no se resignase a la idea de que alguien apareciera de un segundo a otro y pudiera sacarlos de ahí. Imaginaba la cara de George al enterarse del accidente, la de su madre, Dios, le partía el corazón imaginarse el rostro de su hermanita cuando lo oyera: Accidente aéreo deja desaparecidas a 200 personas. ¿Habrían ya mandado un equipo de rescate a buscarlos?, ¿estarían moviendo cielo mar y tierra por encontrarlos? Quizás, si se hubiera quedado junto a los demás pasajeros, si no hubiera nadado hasta esta isla, ya la habrían encontrado y esto no sería más que un mal recuerdo...
- Ten - Alex extendió su mano hacia ella - creo que son mangos
- No tengo hambre -
- Da igual, tienes que comer algo -
- No comeré junto a... - Lizzy no terminó la oración. Junto a ellos seguía habiendo alguien más, no se había movido en ningún momento, sin embargo no podía precisar si estaba muerto.
- ¿un cadaver? - continuó Alex
- No digas eso, quizás esta vivo, quizás lo estaría si lo hubiéramos ayudado -
- No había forma de ayudarlo, lo revisé y no tiene pulso, por la espuma en su boca y el agua que expulsaba al presionarle el diafragma, debe haber muerto ahogado, de seguro la marea lo arrastró hasta acá, ni con respiración asistida habría sobrevivido-.
- Que repugnante eres, ¿acaso trabajas en un cementerio? - Alex sonrío
- Soy médico - cerró los ojos y respiró profundo - iba a serlo pronto, estaba por comenzar la especialidad, esta se supone que sería mi pasantía.
- Oh - Elizabeth se quedó pensativa, ¿Sería estúpido mencionar que ella había cruzado el mundo siguiendo a un chico? Resignada recibió la fruta, pero fue incapaz de darle si quiera un mordisco, su estómago estaba hecho un nudo, y su garganta parecía estar cerrada, a penas y dejando paso a su propia saliva.
- ¿Crees que nos estén buscando? - La pregunta de Elizabeth quedó flotando entre ambos, no había una respuesta posible a eso. Quien sabe... quizás, permanecer ahí fuera algo más que una pesadilla

Lo que queda por vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora