Capitulo IV: Agua

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- No quiero estar aquí -
- ¿y quien querría? - respondió Alex
- No, quiero decir, no quiero estar junto a él - dijo señalando al cuerpo de aquel hombre de mediana edad, que ya comenzaba a expeler un desagradable olor.
- Tienes razón, podrían llegar animales al olerlo, además, necesitamos agua, movámosnos -

Se pusieron de pie y caminaron por la orilla. La isla denotaba ser pequeña, y definitivamente no parecía haber rastro humano por ninguna parte: no se observaban edificaciones, ni caminos, ni siquiera pisadas más que sus propios pasos

Una hora más tarde, decidieron parar a comer algo de fruta y descansar.
- Tenemos que ir al interior - dijo Alex
- Estoy cansada,  no llegaré lejos - Elizabeth se aferraba a continuar en la orilla... si alguien estaba buscándolos, de seguro comenzaría por ahí.

- Muero de sed, si tenemos suerte encontraremos algo de agua dulce - Alex tenía razón, sin agua no sobrevivirían hasta el día siguiente.

Lizzy se puso de pie, y notó cómo su cuerpo pesaba como nunca, sus brazos dolían de tanto nadar, y su piel estaba tan reseca por la sal, que podía sentir como se quebrajaban sus labios cada vez que los movía. Caminaron por 1 hora  más sin suerte alguna, a su al rededor podían ver un montón de árboles más no había nada de agua, pero no podían desistir, pronto anochecería y ya no podrían volver a la orilla.
- Espera - Elizabeth tomó el brazo de Alex y lo detuvo
- ¿Estás cansada? Podemos parar pero no mucho eh, se hace tarde -
- No, Alex ¿sientes eso? - Alex se petrificó, imaginó lo peor, ¿habría escuchado Elizabeth animales salvajes? ¿Sintió un temblor y potencial tsunami?, ¿o el zumbido de abejas asesinas?, cual fuera el caso, se detuvo en seco y esperó. Una gota de agua cayó sobre su nariz, dos segundos más tarde cayó una sobre su hombro, sobre su frente, en las orejas y de golpe la lluvia comenzó a caer por todas partes. Intensa, salvaje e incontrolable, Ambos juntaron sus propias manos y bebieron hasta saciar la sed. Estaban tan agradecidos que no notaron que estaba oscureciendo, la lluvia no paraba y necesitaban encontrar un lugar donde dormir.
Siguieron caminando bajo la lluvia sin encontrar nada más que un par de papayas y unos cuantos pajaritos escondiéndose del agua entre las ramas de los árboles.
Un montón de tiempo después, encontraron un Barranco y se quedaron bajo el hueco que este formaba.  Allí pudieron  protegerse de la lluvia, y decidieron que se quedarían hasta que volviera a amanecer.
Trataron de hacer una fogata, pero la humedad no les permitió ni siquiera una chispa de fuego. Así que solo se quedaron allí, con la ropa en extremo mojada, uno al lado del otro tiritando.

- Tengo tanta hambre, cuando daría por unas empanadas justo ahora - dijo Lizzy agarrándose la panza
- ¿Empanadas? - Respondió Alex mientras se sentaba a su lado - unas enchiladas es lo que hace falta, ¿no podemos pedir delivery desde aquí? -.

Ambos rieron con fuerza, y por un momento olvidaron dónde estaban y continuaron bromeando y hablando de las riquísimas comidas que no podrían tener, y así, apoyados en nada más que un montón de rocas, se quedaron dormidos.

Lo que queda por vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora