Capitulo 7

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Capítulo 7

Cath

Tal vez los Axaj tenían el don de la mente, pero Alexander tenía el don de hacerme olvidar hasta mi nombre, tal vez era porque nunca había experimentado nada por el estilo, tal vez era porque estaba cansada y sus suaves caricias me tenían perdida en un limbo. Tal vez me estaba manipulando con su magia, pero la verdad era que no me importaba, estaba lejos de cualquier pensamiento coherente.

Sus dedos comenzaron a bajar dando suaves caricias a mi cuello y hombros, se sentía como seda sobre mi piel y poco a poco fueron bajando a mis pechos, se sentían pesados y sensibles, con mis pezones tan duros como pequeños balines. No me di cuenta en qué momento Alexander se había desnudado, pero no importaba mucho, solo sus manos sobre mis pechos, masajeando, retorciendo y jalando cada pensamiento coherente. No reconocía mi voz jadeante ni mi respiración errática, errática como los latidos de mi corazón y mis pensamientos.

Una de sus manos comenzó a deslizarse lentamente por mi vientre, podia sentir mi sexo palpitar por la anticipacion, pero como si los supiera desdio entrenerse dando vueltas en mi ombligo lentamente, como si tubiera todo el tiempo del mundo. Palabras incoherentes salieron de mi boca, una súplica o un ruego, no estaba segura, pero fue suficiente para que se apiadara de mi.

Sus caricias sabían a éxtasis, ni siquiera estaba segura de que una parte de mi cuerpo podía ser tan sensible, siquiera cuando yo me tocaba se sentía tan bien, y no podía negar esa pequeña parte de mi que esta asustada y abrumada por todas esas sensaciones.

¿Estaba bien sentirse tan bien?

Fue una pregunta que se desvaneció cuando alcance el clímax, como una explocion, como una liberación. Si esto fuera una obra, perdida de la cordura, sería llamada.

Poco a poco fui saliendo de ese limbo, me fui dando cuenta de todo, aun somnolienta pero ya no ausente. Sentí la cálida mano de Alex acariciar mi rostro.

¿Estás ahí? - preguntó con voz calmada.

Creo que sí - dije con voz ronca.

Aun seguiamos en tina, aunque era evidente que el agua se había desbordado, no me podía importar menos. También fui consciente de la dureza de Alex. Traté de girarme, pensando en una forma de compensarlo, pero él fue más rápido en evitarlo.

Esta bien, me lo compensaras en otro momento - dijo dando un beso contra mi cabellera -

Fue un gesto tierno, un gesto que me descoloco, nunca nadie me había tratado de esa forma, incluso mi familia.

Poco a poco el agua se fue drenando, fue la señal para lavarnos los restos de espuma y salir. Nos acostamos en la cama, estaba entre los brazos de Alex, en un silencio cómodo, aunque con algunas dudas.

Pensé que el bdsm era algo así como sexo duro y sucio - dije

Sentí el pecho de Alex vibrar contra mi cabeza, fue una risa silenciosa, como si tratara de no reírse.

No todo el bdsm es sexo duro y sucio Cath - contesto.

Supongo que tenía razón, o al menos decidí creerle, a mi falta de experiencia e información. El silencio volvió a envolvernos, solo escuchaba el suave latir de su corazón, mezclado con el cansancio acumulado, fue la combinación perfecta para caer rendida en un sueño profundo.

Alex

Decir que fue facil, seria mentir despiadadamente, mantenerse controlado, dominarse a uno mismo y tener paciencia, eran cualidades que muchos amos no tenían, cualidades, que maldecí en ese momento porque ganas no me faltaron de penetrarla profundamente y hacerla mia, llamenlo posesividad toxica o como quieran llamarlo, pero esos eran mis instintos y pensamientos hablando.

Supongo que lo único que me retenía era saber de su inocencia y que era nueva en todo este mundo del bdsm, quería que su primer orgasmo conmigo fuera solo placer, aparte que no quería forzarla a hacer algo de lo que tal vez no estuviera segura, cuando ella este lista me lo hará saber.

Me moví lentamente, dejando su cabeza sobre las almohadas, por mucho que me gustaría quedarme tenía cosas que hacer, comenzando por ponerle fecha y hora a un potencial comprador de una de mis pociones, tambien tenia que comenzar a ver una forma de crear una barrera mágica como la tenían mis terrenos, pero el pequeño detalle era que esa barrera fue construida por mis ancestros cuando éramos una familia más numerosa, ahora solo estaba yo y Cath que aún estaba descubriendo su capacidad mágica.

Suspire mientras caminaba sin muchas ganas a la torre, recordando cuando estos pasillos eran más animados, solíamos pasar Yule con mi familia, disfrutando de la nieve fresca para dar paseos en trineo o esquiar, recordaba la guerra de bolas de nieve con mi hermana Eyra, también recordaba cuando me escapaba con mi esposa y disfrutamos del verano aislandonos del mundo y evitando nuestras responsabilidades.

Se sentía como un suspiro, un instante, un momento, demasiado corto, pero ya había pasado y no podía hacer nada al respecto más que atesorar los recuerdos.

Sacudí la cabeza tratando de despejar mi mente y entré a mi estudio en la torre, el conocido olor a caoba y libros me recibió y no tardé en sentarme en mi escritorio a trabajar.

Cath

Desperté sola, el lado en donde debería estar Alex estaba frío y una parte de mi se sintió confundida, ¿acaso quería que estuviera a mi lado? , la respuesta llegó tan rápido como se formuló la pregunta, era un sí, pero la parte racional de mi me decía que era solo las hormonas alborotadas hablando por mi.

Me senté en el borde de la cama, aun desnuda, sin ánimos de hablar o cambiarme, solo me transforme, hace días que no lo hacía, y en cierto modo se sentía liberador. El silencio de los corredores fue mi compañía mientras buscaba a Alex.

Una de las ventajas de estar en mi forma felina era que mis sentidos se afinaban de una manera abrumadora, era algo con lo que había nacido así que estaba acostumbrada, pero de cierto modo era extraño porque pasaba más en mi forma humana, tal vez debería de estar más en esta forma.

Seguí el olor a bosque y flores silvestres, me llevó a Alex que estudiaba algunos libros y tomaba apuntes en un cuaderno. Parecía no notar mi presencia, muy concentrado en lo que estaba haciendo, tampoco se dio cuenta de cómo simplemente me eché debajo del escritorio de caoba, dejándome mecer por el suave sonido del pasar de las páginas y el pincel sobre las hojas.

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