Lu Han de 39 años cerró el negocio que había heredado de su padre, un local de ventas de cosas usadas. Luego de cerciorarse que todas las luces estaban apagadas, que el dinero de la caja estuviera en la caja fuerte y todas las puertas estuvieran con llave, revisó su teléfono. Kang Daniel le había mandado ya su ubicación y le decía que lo esperaba para tomar unas copas y verlo en acción. Lu Han suspiró.
Daniel, de 30 años, era el hijo de su madrastra. Se habían criado prácticamente como hermanos, pues cuando sus familias se unieron Lu Han tenía 10 y Daniel uno. Sin embargo, hoy Lu Han se sentía como el responsable y padre de Daniel, especialmente porque siempre que intentaba que Daniel fuera por buen camino, ocurría lo contrario. Lu Han solía preguntarse qué fue lo que descarrió a su hermano. Pero pese a sus malos pasos, Lu Han no se rendía.
Daniel puede no tener un trabajo, ni un hogar (de hecho vive con él, ocupando una habitación de forma gratuita), puede que haga cosas para ganar dinero, como actuar como el novio de un chico, o una chica, frente a su familia. O robar algo para alguien. O cosas peores que Lu Han no tenía ganas de imaginar. Por eso, leyó el mensaje una vez más, en especial la última frase "verlo en acción". Lu Han supo de inmediato que se proponía algo malo, que alguien iba a salir herido. Tenía que ir.
Lu Han tomó un taxi y llegó hasta el bar. Adentro, Daniel ya lo estaba esperando con una gran sonrisa. Lu Han sacudió la cabeza y se sentó a su lado.
—Por fin, llegas justo a tiempo —Le dijo Daniel, llamado al mozo y pidiendo un trago para Lu Han y uno más para llevar a una mesa—. Comienza la acción.
Lu Han suspiró y sacudió la cabeza.
—Lo que sea que vayas a hacer, no lo hagas, por favor. —Esta vez quien suspiró fue Daniel.
—No seas aguafiestas. Esta persona se merece lo que le sucederá.
A Lu Han no le gustó nada el entusiasmo en la voz de Daniel.
— ¿Qué sucederá? —Se atrevió a preguntar de todas formas.
—Ya lo verás. ¡Yah! Deja esa mirada —Exclamó cuando Lu Han lo miró lleno de consternación—, no debes preocuparte, se lo merece de todas formas.
— ¿Por qué alguien se merecería lo que sea que estés por hacer?
Daniel levantó la mano y empezó a enumerar las razones con sus dedos.
—Trata a mis contratistas como esclavos, no como compañeros de trabajo. Es un maldito, bastardo. De hecho, es el mismo bastardo que siempre pone música a las ocho de la noche, vive a la vuelta de muestra casa, Lu Han. Y yo escuchó su música y su voz.
Lu Han no tenía idea de quien era ¡Él no conocía a sus vecinos, por Dios! Siempre estaba en el trabajo, buscando solucionar los problemas de Daniel, en el trabajo de nuevo, yendo a la iglesia a repartir prendas, recolectando prendas para la iglesia, comprando elementos para vender en su tienda, contando el dinero, donando dinero, cocinando en la iglesia. Lu Han pisaba la casa solo para dormir.
—Si me ayudaras en el negocio que papá nos dejó, tendría tiempo de conocer a mis vecinos, Daniel —Daniel lo ignoró olímpicamente. Lu Han dio una ojeada a donde Daniel miraba. Lu Han aún no captaba la tarea de su hermano, pero le parecía muy mal por parte de unos compañeros hacer algo en contra de otro, aunque se llevaran mal.
El mozo regresó y le dio un trago a Daniel de parte de un tal MinSeok, y le dio un mensaje, que para beber, se acercara a su mesa. Daniel dio una palmada sobre el hombro de Lu Han y le guiñó el ojo.