Al principio le molestaba no poder disfrutar del sexo con Horacio. Sin importar si lo hacían en el asiento de atrás de su pedazo de chatarra, en un motel, o en la habitación de él —cuando su mamá no estaba en casa—, la experiencia siempre era igual: todo sucedía muy rápido, sin preámbulo, sin caricias ni cariños, él siempre iba a lo que iba; la desnudaba, la penetraba, pegaba de gritos intensos y luego se desparramaba sobre ella, agotado. Ella no tenía contra qué compararlo, así que solamente podía suponer que eso era el sexo y punto. A veces simplemente se quedaba ahí, quieta, esperando a que todo terminara; otras veces, en verdad ponía empeño en intentar que le gustase, así, como todas sus amigas aseguraban que les gustaba, pero no lo lograba. Al cabo de un tiempo dejó de ser doloroso, pero nunca dejó de ser incómodo.
Lo que le gustaba de él era todo lo demás. Era cierto que cuando estaba delante de sus amigos o de otras personas podía ser un perfecto cretino, pero cuando estaban a solas era un verdadero romántico que no se cansaba de decirle lo bonita que era, lo perfecto que era su cuerpo y que era la mujer que siempre había soñado. Le compraba flores y chocolates, la llevaba a cenar, pasaba a buscarla a la escuela para que no tuviera que andar en transporte público. Todo eso lo convertía en un caballero, de esos que su mamá aseguraba que ya se habían extinguido.
Algunas semanas después de que Celeste aceptara ser su novia, comenzaron los chantajes y las escenas de celos. Si se le ocurría decirle que no tenía ganas de acostarse con él, Horacio comenzaba a quejarse por horas, y a veces incluso días completos; si ella le decía que iría a casa de alguna amiga a estudiar o a hacer tarea de equipo, él la interrogaba sobre quienes estarían ahí ¿iría algún hombre? ¿qué amigas eran? ¿tarea de qué y por qué no podía hacerla ella sola? Al cabo de un largo y complejo careo, la llevaba y se quedaba estacionado afuera, esperándola hasta que llegase la hora de ir a su casa. Si le decía que no podía salir con él porque tenía que atender a sus hermanos, él se ponía furioso, le decía que ese era trabajo de su mamá y le advertía que no le estuviera poniendo pretextos; que si no quería verlo, se lo dijera a la cara y entonces podía olvidarse de él para siempre. Luego le decía que la quería de a de veras, que no podía vivir sin ella, y que tuviera cuidado de no lastimarlo porque nadie nunca la amaría como la amaba él.
Pronto, Celeste dejó de atender a sus hermanos por estar atendiendo las necesidades de su novio; se olvidó del compromiso que había hecho consigo misma de ver por ellos. Dejó de salir con sus primos y con sus amigos. Todo su tiempo tenía que ser para Horacio, de lo contrario, venían las peleas, las amenazas de terminar y los gritos.
Las únicas amistades que le quedaban estaban en la escuela: Israel, Ricardo y varios de sus compañeros que le hacían la tarea o le pasaban la copia en los exámenes; pero pronto aprendió a dejar de mencionarlos en conversaciones, puesto que su mera existencia resultaba una amenaza para Horacio.
Los jaloneos, las amenazas y las cachetadas vinieron después. La primera vez le creyó que había sido un accidente, que se había alterado y había perdido el control, por eso le había apretado el brazo con tanta fuerza mientras la jaloneaba; también le creyó que no volvería a suceder. La segunda vez no tuvo corazón para decirle que no quería volver a verlo, no pudo resistirse a las lágrimas que adornaron los mil perdones que le pidió de rodillas, después de haberla empujado contra una pared en un arranque de celos; la tercera y las subsecuentes, decidió que quizás era un karma que estaba pagando por estar enamorada de una mujer.
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El día en que Ingrid se acercó para intentar hablar, ella hubiera terminado accediendo a quedarse, quizás hubiera soportado escucharle decir que no correspondía sus sentimientos, si eso hubiese significado que podían recuperar su amistad, pero apenas una semana antes, Horacio había pasado horas repitiéndole que seguramente su compañera la tortilla estaba tan enamorada de ella como lo estaba toda esa partida de idiotas que ella inocentemente llamaba «amigos».
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Ingrid y Celeste
Fiksi Remaja(LGBT) Ingrid, la sensación del futbol femenil de su estado, pero su vida da un giro imprevisto cuando un video comprometedor ocasiona que sea expulsada de su lujosa escuela privada, en donde su talento prometía llevarla muy lejos. Celeste es la inc...