Una verdadera locura

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Christopher

El 31 de febrero era el cumpleaños de Anaís; como su mejor amigo le tenía preparada una fiesta sorpresa, pero al escucharla mencionar lo mucho que había empezado a odiarlas decidí suspenderla. Comencé por anular las invitaciones, había invitado a varios de la clase a ser participe de la fiesta así que aprovechando la ausencia de Anaís, reuní a algunos chicos al fondo del salón cuando este se hallaba vacío para informarles y que ellos regaran la información; entre esos se encontraban Nicol, Tadeo, Mary Lu y Matilde. Comencé a hablar lamentando un poco lo que iba a hacer:

—Chicos enserio lamento ésto, y estoy apenado, pero Anaís me arrancaría la cabeza si le doy motivos —dije por fin después de vacilar.

—Igual no iba a ser la fiesta del año —comentó Nicol, rodando en círculos sus bolas de carbón.

—Cállate Nicol, es una fiesta sorpresa entre amigos, tampoco es que vayan a estar los dulces envueltos en papel de oro —le reprochó Mary Lu, mi rubia favorita del salón. Debo resaltar que ella no era la típica rubia sexy y popular, más bien era tierna, modesta y muy cariñosa. Muchos le habían criticado su peinado trenzado, pero ella lo amaba.

—Mary Lu tiene razón... —se unió Tadeo, uno más del grupo de amigos.

—Bueno ya, la idea que tenía es que le informarán a los demás... Empecé por ustedes porque son los más cercanos a nosotros —hablé nuevamente.

—Cuenta con eso, Chris.

—Gracias Tadeo, y nuevamente pido disculpas por eso. —Estaba un poco avergonzado por todo lo que habíamos avanzado, realmente no quería que la idea terminara así.

—No te preocupes, nosotros entendemos —me tranquilizó Mary Lu.

—Pero si no habrá fiesta... Entonces ¿Qué le vas a hacer? —preguntó Matilde curiosa, hablando por primera vez en la conversación.

—Beberemos unas cervezas en su tejado y ahí le daré mi regalo —le respondí.

—¿No es lo que siempre hacen en los cumpleaños de alguno de los dos? —terció Nicol.

—Sí, se ha vuelto una tradición, pero esta vez será diferente... —Puse una sonrisa traviesa, aunque realmente no sabía si había logrado dar esa impresión—. Hoy nos vamos a emborrachar, por primera vez.

—Vaya, primera borrachera a los diecinueve... Y la tuya a los diecisiete. Yo tuve la mía a los quince —comentó Tadeo.

—Bueno yo aún no he tenido la mía —intervino Mary Lu.

—Bueno ya cambiemos de tema que ahí viene Anaís —advirtió Tadeo.

—El exámen de matemáticas es mañana... ¿Estudiaron? —indagó la peliroja de Nicol para cambiar disimuladamente de tema.

—Bueno ya que lo preguntas, tú nos ayudarás... Ya que eres la monitora del salón y la mejor de la clase... —persuadió Tadeo.

—¿De qué hablan pelados? —interrumpió Anaís uniéndose a nuestro grupo.

—De que Nicol nos ayudará a pasar el examen de matemáticas —respondió Mary Lu.

—Yo no me he ofrecido para eso —replicó la peliroja poniendo los ojos en blanco. Nicol me parecía un poco odiosa, pero era buena amiga; para mí eso era suficiente para aguantar aveces esas actividades y gestos que exasperaba a todos.

—Bueno... Yo me iré al descanso, tengo hambre —dijo Tadeo. Salió del salón junto con las tres chicas (Mary Lu, Nicol y Matilde) que se ofrecieron a acompañarlo.

El Salón De Los SubordinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora