ⅩⅩⅩ Ⅰ

76 7 9
                                    

Capítulo 31.




¿Cómo podrías ser capaz de diferenciar la realidad de tus sueños?




Kai:

Abrí los ojos lentamente, sentí una fuerte molestia cuando comenzaba a visualizar lo que me rodeaba. Estaba oscuro, apenas y una vana iluminación me permitía ver el volumen de las cosas, pero no lo suficiente como para saber dónde me encontraba ahora mismo. No estaba lúcido, ni siquiera podía mantener mi cabeza recta en su lugar, mi cuello casi no respondía.
De repente una fuerte luz entró por la ventana, duró unos segundos, pero fue el tiempo suficiente para que viera las gotas deslizarse por el vidrio de la ventana. Una tras otra, junto con el sonoro impacto del agua precipitarse por el techo del lugar... Aunque todavía no sé con seguridad donde me encuentro ahora mismo.

Está lloviendo.

De repente todos esos recuerdos frescos volvieron otra vez a atormentarme; esas situaciones tan vívidas en las que me vendaron los ojos, me golpearon y torturaron, causándome más de una herida, volvieron a mi cabeza, pero nada de eso me importó en ese momento de desesperación. No me importó que me cegaran para secuestrarme, no me importó perder mi puesto, perderlos a todos.
No me importó perderlo todo, pero... no a KyungSoo.
No mi Kyunggie... No otra vez.
Poco a poco podía ir recuperando un poco de mí, mi visión se estaba adaptando lentamente a la oscuridad aún, pero mi respiración seguía siendo errática. No estaba asustado y no tenía miedo, aunque la sangre seca en mi nariz casi me obstaculizara la respiración. Podía sentirla sucia, infectada.
Me sentía tan inútil, impotente, y lo único que podía hacer era permanecer atado a esa maldita silla, desangrándome y probablemente estar muriendo de una infección, mientras los gritos de mi Kyunggie se fusionan con la incesante lluvia. Sus gritos desgarradores me inquietan, y esa es otra tortura. Dejan todo a mi imaginación; no puedo ver lo que están haciendo con él, solo escuchar sus desesperados gritos y su... silencio.

Silencio. No...no... no no no no no no.
No.

NO NO NO NO.

Kyunggie no calles, seguí gritando... Por favor, grita un poco más.

Mi pecho subía y bajaba, mientras mi mente daba mil vueltas buscando más respuestas de la que era más que obvia, pero aunque supiera que era así, no quería creerlo.

Por favor, sigue gritando...

La desesperación entraba en mi cabeza, estaba temblando ahora. Es inútil buscar otras alternativas cuando la respuesta es clara. Pero... Aún así no puedo creerlo. No quiero creerlo.
Lágrimas conzenzaron a bajar por mis mejillas, se alojaban en mis heridas, y aunque provocaban ardor o pizacón a su paso, no podía importarme menos en este momento. Mi ser puede soportar cualquier otro dolor, pero no puedo soportar perder a Do KyungSoo.

―Hey, morenito― escuché de repente a un intruso en la habitación, que no me había percatado de su presencia en la habitación.

¿En qué momento?

No tuve tiempo a dejar de llorar antes de que me tomara por el pelo y me hiciera levantar la cabeza. No pude evitar marearme por unos cuantos segundos, mi cabeza se sentía floja. No puedo ver su cara, la luz tenue y el refusilo de la tormenta no ayudaba a aclarar las cosas. Pero está claro, y puedo percibir su macabra sonrisa pintarse en su rostro, mientras me relata otra más de sus sádicas torturas que seguramente iba a hacerme.

―Te tengo una sorpresa, que estoy seguro que te va a encantar. ― Dijo simplemente y con tanta frialdad, que por un momento dudé, pero entonces lo supe.
Otra persona ingresó detrás de él, llevaba una máscara blanca, era lo único que podía distinguir a pesar de la oscuridad que nos rodeaba. Parecía estar flotando en la densa oscuridad.
―Oh, cariño, abre la bandeja para nuestro amigo― habló con una cínica dulzura el imbécil a la máscara. ―De otra forma no podría ver la sorpresa...

[EXØ] 𝐒𝐮 𝐀𝐭𝐫𝐚𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚 𝐂𝐨𝐫𝐫𝐮𝐩𝐜𝐢ó𝐧. (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora