Fin del primer acto.

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"Esas espinas que tenía en mi corazón 

se enzarzaron en lo más profundo de tu ser".


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Han pasado muchas lunas desde aquel día. 

Las lluvias borraron los vestigios del cariño que llegamos a tenernos. Mis heridas han sanado, mi piel volvió a brillar y las hojas volvieron a verse verdes en esta primavera.

Sin embargo, aún tienes esas espinas clavadas en tu alma. Quieres convencerte de que no es así, pero ambos lo sabemos. 

Somos una combinación mortal. Me sentí morir cuando te fuiste; hoy, desfalleces si mi presencia te falta. 

Has intentado llenar ese vacío que dejé. Lo negarás, pero yo sé que lo has hecho: intenté llenar el mío cuando mis flores se marchitaron de golpe. Mi alma opacó su brillo, y traté de recuperarlo de mil maneras posibles. ¿Lo logré? Sí, pero sólo con el pasar de los meses. Aún sigo cayendo en espirales de oscuridad e incertidumbre, pero he logrado escapar de ellos.

Recuerdo cuando escribí ese texto. Tu imagen no podía escapar de mi mente, y se mezclaba con una fantasía que nunca cumpliremos juntos. Comencé a escribir entre sollozos mudos, porque no podía permitir que alguien me escuchase. Lo guardé durante unos días hasta que al fin decidí dejarlo ver la luz, deshaciéndome de la pesadez que cargaba mi corazón. 

Han pasado muchas lunas, querido mío. Muchísimas, y varias de ellas me escucharon preguntarle al viento: "¿Qué tienen ellas que yo no? ¿Por qué sucedió así? ¿En qué fallé?" Y cosas de ese estilo. Hoy, puedo mirar la luna sin sentir más que calma y calidez en mi pecho, porque sé que no fue culpa nuestra. Lo que di fue lo justo y necesario; no me arrepiento de haberlo hecho. Ahora solo puedo reflexionar en las condiciones que nos orillaron a separarnos, nos lastimaron y nos volvieron más duros. No te lamentes, cariño, no fue culpa nuestra. Te amé y disfruté cada momento de nuestra compañía, sin importar los obstáculos que se nos pusieran enfrente.  Agradezco al destino por haberte puesto y quitado de mi camino, pues me enseñaste tantas cosas que no puedo sentir resentimiento por lo mucho que dañaste. 

Hoy soy una mujer feliz, plena, con alguien que aprecio y admiro a partes iguales; espero que algún día logres encontrar al ser que te brinde calma y dulzura a tu alma.

Al fin has salido de mi mente. Gracias por haber estado ahí durante tanto tiempo.

K.C

Escritos Nocturnos.Where stories live. Discover now