Tocar

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Escucharlo decir que ella lo dejó sin nada, 

no le gustó, así que tuvo que actuar en eso.

"Déjame DARTE algo"

Ambas respiraciones se entrecortaron 

cuando ella expuso 


su pecho desnudo de nuevo .............................. 



Can no dudó ni un segundo, 

se puso de rodillas para tener una mejor sensación y sabor. 

Su boca ya estaba besando el pecho de ella, lamiendo su pezón, 

siendo un poco rudo al principio, 

pero decidió que quería tomarse su tiempo, 

agarró su pecho, ahora dejando suaves besos, 

sintiendo que su pezón se endurecía más, como si eso fuera posible, 

tomó finalmente el pezón en su boca, 

chupando, mordiendo suavemente.


Su barba dejaría marcas, sus dientes dejarían marcas, 

A Sanem no le importaba, el contacto de su boca era increíble.  

¡Este hombre sabía cómo complacer a una mujer!


Sanem estaba amando cada segundo de ello, 

se sorprendió así misma al exponer su pecho 

su propia respiración se había atascado, ante la anticipación 

pero necesitaba sentir su boca allí. 

¡Él no defraudó, lo que este hombre podía hacer con su boca!


Gimiendo suavemente ante su contacto, 

temblando un poco por las sensaciones que él le daba. 

Era abrumador y había algo más abrumador, 

él olía tan bien y ella se dio cuenta en ese momento, 

era la esencia DE ÉL, no un perfume, 

era él, su PROPIA esencia masculina.


Si tuviera que ser honesta, sus rodillas se debilitaron, 

a sensación de su boca, su propio olor, 

tuvo que aferrarse a él para mantenerse estable. 

Primero, ella llevó sus manos a la parte posterior de la cabeza de él, 

como ella deseaba que ese moño quedara libre, 

para pasar sus manos por su cabello. 

Ahora, las manos de ella se deslizaban de la parte posterior 

de su cuello adentro de su camisa 

pues así podría sentir todos los músculos de su espalda y hombros.


Este hombre era irreal, su cuerpo estaba en plena forma, 

¿Con qué frecuencia hacía ejercicio en el gimnasio? 

Esas horas haciendo ejercicio, 

¡él tendría que hacerlas en la cama de ella!


Can estaba a punto de preguntarle si podía  

tirar de la otra mitad de su blusa hacia abajo,

la mano de él subió al frente de su blusa, 

Doble Dolor, Doble PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora