Día 5: Escolar.

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Eran ya la hora de las clases, pero como siempre, algunas veces daban esas horas de descanso para que todos estuvieran pendientes en sus estudios y que, puedan repasar materias de las que más se les dificulta a los alumnos.

Aunque, la mayoría nunca lo hacía y usaban esas horas para sus cosas personales o relajarse.

En todos los presentes, se encontraba una chica en particular, siendo la delegada de su clase por su aptitud y notas que ella llevaba, sin olvidar mencionar de su gran empeño de calmar a su grupo. Su nombre era Sumire. Cómo su nombre lo indica, su cabello era violeta al igual que sus ojos. Su simple belleza era anhelada por muchos, y más en este tiempo cuando decidió no tener recogido su cabello. Una protección para el frío.

Un suspiro salió de sus labios, mientras miraba por la ventana para ver los copos de nieve que caían suavemente en el clima helado, que el actual diciembre trajo. Sus ojos iban recorrieron la ciudad, en dónde veía los techos de las casas cubiertos por un manto blanco.

Junto a ella estaba una de sus amigas del salón, Chouchou. Estuvo hablando sobre un evento que había sucedido en el centro comercial el fin de semana. La mayoría de éste era de comida, pero también de belleza, pero Sumire no se atrevía a escuchar la historia y se alejó con sus inquietantes pensamientos.

—¡Chicas, chicas! Necesito mostrarles algo. —Sarada, otra de sus amigas se paró en la entrada del salón de clases con los puños cerrados en el aire. Se acercó hacia ellas con pasos largos y rápidos.

Se detuvo frente a ellas con la sonrisa más grande que jamás habían visto en su rostro. Sus mejillas estaban con un ligero color rosado y sus ojos que estaban destraba de sus lentes, tenían un brillo notable en ellas.

—¿Que pasó? —Chouchou se molestó por el ruido que hacía su amiga. Era demasiado temprano para gritar así. 

Sarada se inclinó hacia sus amigas sobre el escrito que estaban las dos sentadas. La notaron mucho más una niña pequeña emocionada que una adolescente.

—Miren lo que tengo. —dijo con un brillo en sus ojos. 

Las dos miraron el puño que Sarada sostenía en el medio, como si nunca antes hubieran visto algo así. La abrió lentamente —como si ella fuera maga, dispuesta a asombrar al público con su truco— y expuso un pequeño y diminuto objeto oscuro.

Entre las dos, la joven de cabello violeta fue la primera en romper el silencio, mirando a su amiga confundida.

—¿Un botón? —murmuró Sumire, tratando de comprender el significado del objeto.

No comprendió muy bien cuál era el significado de dicho botón, pero solo pudo comportarse como si estuviera asombrada… Claro, lo estaba en otra forma. Aunque, por otro lado, los ojos de Chouchou se agrandaron al verlo más de cerca.

La misma expresión que llevaba fue de sorpresa e incredulidad. Espero la respuesta de su amiga, a quien fue mostrandose muy entusiasta.

—Sarada, ¿de quién es el botón? 

Vio cómo una sonrisa se hizo mucho más evidente en el rostro de la Uchiha. Viéndose mucho más amplia cuando acercó un poco a las chicas para susurrarles a ambas.

—El botón es de un chico. —declaró en sus oídos. Si no hubiera tanta gente en el aula, ahora mismo estaría dando volteretas.

—¿De verdad? —Sumire exclamó con sorpresa, pero Sarada la hizo callar inmediatamente. 

Su repentina expresión seria se convirtió nuevamente en una sonrisa. Hizo un puño con la mano y se la llevó al pecho.

Sumire contenta, sonrió y felicitó a su amiga por recibir un regalo de alguien con amor, mientras Chouchou la miraba con escepticismo.

~BoruSumi Week [2020]~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora