Capítulo 25 | Hablemos

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Creo que por segundos olvidé con quién estaba tratando. El brazo que me detuvo casi al llegar a la parada del autobús me lo recordó inmediatamente.

El obstinado jefazo siempre quería salirse con la suya.

Su muñeca me detiene y pronto lo tengo bloqueándome el paso pero no me suelta. Su agarre es firme y me electrifica al instante.

Maldita sea.

¿Se habrá dado cuenta que su toque me corta la respiración?

—Deje de huir de mí, señorita Buchanan —dice entre dientes mientras me mira fijamente.

—Y usted deje de seguirme, Seunghyun-ssi —respondo liberándome de él y dando un paso hacia atrás.

—Sólo quiero un momento a solas contigo, Rosie-yah. ¿Podemos hablar de camino a casa? —pregunta con voz amable y dejando de lado las formalidades.

Cuando guarda silencio, siento que la pared que había construido en su ausencia comienza a resquebrajarse. Sé que tenemos que hablar, pero mi orgullo y mi corazón aún se encuentran heridos por su renuencia a intentar algo entre nosotros aún cuando ambos sentíamos lo mismo.

Al menos eso creía, hasta que se fue de Aori y me dejó completamente sola. Por eso creo que es mi turno de decidir.

—Hablaremos —le digo cruzándome de brazos, esperando que sirvan de protección—. Pero mañana. Hoy tengo cosas que hacer. —concluyo, tajante. Termino de hablar más satisfecha de mí misma de lo que había pensado. Se siente bien poner mis condiciones—. Así que... Nos vemos.

Antes de darme media vuelta y seguir, me regala media sonrisa y hace un pequeño asentimiento de cabeza que me da entender que está de acuerdo con lo que acabo de decir.

Cuando retomo mi camino hacia la parada del autobús, no puedo evitar caminar con el mentón levantado y la espalda tan erguida como un palito de paleta. Mi yo interior quería hacer piruetas y darme unas palmaditas reconfortantes. Cuando subo al autobús, me siento junto a la ventana para ver la ciudad en mi trayecto a casa. Me siento inevitablemente nostálgica y mi mente transita hacia el día que besé a Seunghyun. Sus labios, el calor de su cuerpo, la suavidad de su piel...

Detente, Rosie.

De eso tenía miedo cuando por fin habláramos. Mi escudo gélido, que había pasado toda su ausencia construyendo, tenía que salir a flote cuando llegara el momento. No podía seguir mirándolo como si mis ojos tuvieran forma de corazón... Ya no. La presentación de la campaña había sido un momento de debilidad.

¿Y qué si ahora estaba saliendo con esa bella y misteriosa extranjera?

No me afecta para nada... Así que esa punzada en la sien debe ser por haber despertado tan temprano.

Llego a casa llena de pensamientos pero casi todas las dejo ir cuando poso mi cabeza en la almohada, cierro los ojos y me quedo dormida.

Horas después, mi propio cuerpo me dice que ya ha sido demasiado descanso. Escucho ruidos en la cocina, señal de que Yoona está en casi, así que veo al techo unos segundos hasta despabilarme y salgo de mi habitación.

—¿Ya tienes un nuevo admirador secreto, unnie? —escucho decir a mi amiga mientras cierra el refrigerador.

—¿De qué hablas? —digo estirándome mientras bostezo.

La escucho reír y, mientras froto mis ojos, ella me toma por los hombros, girándome para encarar la puerta principal. Cuando bajo mis manos y veo en esa dirección, me doy cuenta del hermoso arreglo floral que descansa frente aquél rectángulo de madera.

La chica que él nunca notó | SeungriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora