❝Tres: No es tan malo❞

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Solté un suspiró enorme, maldecí a mi madre en mil idiomas diferentes, después pedí perdón esas mil veces y volví a rogar al cielo porque esa locura se le pase al llegar a la puerta.

«Sabes que no pasará»

«Vete al carajo Agust.»

Lo que claramente y como dijo el perro que tengo adentro no paso porque ya estábamos adentro decidiendo mis horarios.

—¿Qué opinas, Yoon? Por tus clases creo que el horaria de las 5:00 hasta las 7:00 está perfecto. —bufé con molestía.

—No me importa, haz lo que quieras. —rodé los ojos, un piquete en mi costilla me hizo saltar y mirarla.

—Dije ¿Qué opinas, Yoon? —casi gruñó y estoy seguro que si podía tirarme de una patada lo hacía.

Sonreí de lado, ella sabía porque lo hacía, ya se lo olía de seguro.

—Por mí está bien —me apegue a la caja con una sonrisa. —Aunque... No sé si está sea una buena idea, el centro no parece ideal para ese tipo de entrenamientos.

—¿Perdón? —el muchacho que identifique como SeokJin por su nombre pegado en la polera frunció el ceño.

—Sólo digo... ¿Qué haré si no estoy completamente satisfecho con los entrenamientos y pago el mes? Creo que sería muy desagradable al menos para mí. Además no parece un lugar muy bueno en cuanto a presentación ¿Cómo fiarme?

Mi madre debe estar pasando la vergüenza de su vida de nuevo, no es tan malo pero para una madre por alguna razón esto se vuelve vergonzoso.

El empleado inhaló una basta cantidad de aire y ensanché mi sonrisa imaginaría al verlo, la verdad es que no siempre me gustaba hacer esto, yo soy del más calmado de los tres o el que baja a los demás de la nube.

Pero qué cosas, yo no quería esto y sí tengo que recurrir a técnicas sucias que así sea.

—Si ese es el problema podrías probar una clase hoy.

Un olor dulce entro en mis fosas nasales, tan familiar que por un segundo me perdí en él, era tenue tanto que tuve que dar un zarandeo más cerca para poder olfatear mejor, es... Extrañamente. Oh no...

—¿Qué estás diciendo Minnie? —por los dioses ¡No!

—Vamos SeokJin hyung, no será nada de otro mundo, él tiene razón después de todo. —la voz vino atrás de una puerta que estaba medio abierta, y cuando el cuerpo salió dando por acertadas mis sospechas me quise tirar de la ventana.

Creo que se notó porqué el otro chico me miraba con cara de “¿Y a este bicho que le pasa?”

Quede estático y con ganas de cavar un hueco y salir en Europa cuando sus ojos melosos pasaron a mí, con los ojos miel más brillantes que haya visto.

—Realmente lo siento muchísimo. —mi madre apenada pidió disculpas.

Mi cuerpo tragó grueso tratando por todos los medios del mundo no ver más haya de esa estrecha cintura bien moldeada. El traje negro que usaba hacía ver a sus cabellos más hermosos y daba una aura de un chico bueno que resulta ser todo un tipo malo.

Me dí una bofetada mental y bajé la mirada al piso para no parecer un pervertido.

«Cosa que ahora, sí eres.» y este perro que no ayuda en nada.

—Buenas tardes, soy Park Jimin el maestro de ballet ¿Cómo podría ayudarles? —mi expresión sería seguía ahí, pero tal vez había una ligera chispa con ganas de que se logré acodar de mí.

Cuando JiMin aprendió a reír [[KM/YM]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora