Sus manos se entrelazaron por debajo de las bancas del salón, nadie los notaba ni cuestionaba el por qué siempre se la pasaban juntos y eran casi inseparables. Para ellos se había convertido en algo tan normal el estar juntos, el tenerse en proximidad, el depender de cada uno, que cuando sus labios se conocieron en el silencio de su cuarto no se sintió para nada extraño y cuando sus cuerpos se volvieron uno fue tan natural como si dos cuerpos volvían a su hogar.
Era verdad que desconfían lo que hacían en ese momento, solo se dejaron llevar por sus alocadas hormonas y el cariño que se sentían, pero el significado que le dieron fue lo que los llevo a entenderlo mejor. Cada que terminaban se quedaban enredados en un abrazo que no querían que terminara nunca, una relación que mantuvieron en secreto por tanto tiempo, de sus padres, sus amigos, pero no contaban que algún día se enterarian.
Aún ese día está presente aún, se les fue prohibido verse, pero seguían en contacto, no iban a dejar que algo así los separara tan fácilmente...o eso pensaban. Los mensajes dejaron de llegar un día, las llamadas no pasaban, el número dejo de existir y la dirección donde vivía dejo de ser habitada por su familia. Por más que el azabache pregunto, en ningún lado le daban alguna razón y lo último que supo es que sus padres del castaño le habian arreglado un matrimonio, pero desconocía si lo había aceptado o no.
Su corazón estaba partido y no tuvo más remedio que seguir con su vida....
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Pasaron un par de años, la vida y sus estudios lo llevaron a Tokio, alejado de la ciudad donde nació. Haruka vivía en un apartamento un poco alejado del centro, pero con una estación de tren cerca que le permitía trasladarse a cualquier lado sin problema. Había concluido con la mayoría de sus estudios y ahora se dedicaba a terminar sus practicas en un restaurante, ocupando sus ratos libres en idear como poner su propio negocio, tratando tanto como podía en no pensar en su pasado, en aquel sol que lo bañaba en su luz y le brindaba calor, el cual dejo de sentir desde que ya no estaba ahí siendo solo sumergido en un inmenso frío que se enraizo profundo en su corazón.
Un suspiro escapa de sus labios, secando sus manos sobre su mandil mientras llevaba los platos sucios hacia la tarja, teniendo cuidado de no quebrarlos. Tenía que concentrarse, comenzaba a oscurecer y se acercaba la hora de la cena donde el flujo de gente aumentaba y las comandas llegaban hasta el suelo, sus brazos se movían tan rápido como podía, bajando comida a la plancha y emplatando los que ya estaban listos, trajo más platos limpios para seguir utilizándolo, moviendo los sartenes para que la comida no se quemará.
Era una locura a esas horas y tenían la presión de que la cocina era abierta y los comensales podían ver con detalle lo que ellos estaban haciendo, gritando comandas y una que otra confrontación de un camarero con el jefe de cocina.Horas despues, se encontraban limpiando con entusiasmo y ya esperaban salir tan pronto como pudieran, hablando de ir a tomar y cantar en el karaoke, pero para Haruka eso era lo de menos, había terminado cansado. Una vez que todos terminaron con sus pendientes empezaron a irse por su lado, con sueño y hambre, en su camino se detuvo en la única tienda que sabía iba a estar abierta y compro algunas cosas para llegar a preparar, extrañaba bastante el sabor de la caballa asada, ya habiéndose cansado de solo comerla enlatada, ya habían pasado años desde que probó una fresca a la parrilla y de solo pensarlo su estómago gruño hambriento, ya quería llegar a su casa.
Subió con tranquilidad cada escalón que le llevaba a su hogar, las calles estaban en silencio al igual que los pasillos, talvez debía conseguirse un gato o un perro que le hiciera compañia, mientras con sus manos llenas de bolsas del super trato de buscar sus llaves en sus pantalones, deteniendose en seco al notar una figura sentada fuera de su puerta. ¿Un ladrón? Ya hubiera entrado de ser así, ¿Por qué lo esperaría? ¿Entonces un cobrador? Estaba al corriente con sus deudas, no había razón para eso...¿Entonces quien?
Un llanto de un bebé lo alarmó, seguido del sonido de lasnsuaves palabras para calmar a la pequeña criatura, dándole aún mas curiosidad sobre que estaba pasando. Se acercó y en la oscuridad trato de parecer intimidante, mientras se acercaba a la figura a sus pies- Shh Shh...porfavor, ya no llores mas...espera un poco
-¡Oye! ¿Quién eres y que haces fiera de mi casa?La figura en el suelo dio un pequeño salto en su lugar, y pudo notar su cara con la poca luz de la noche, cayendo en sus rodillas al reconocer esos verdes ojos que había soñado cada noche, esperando volver a verlos algún día. Soltó las cosas en sus manos y extendió su mano, ¿Esto no era un sueño?