Los carruajes del reino antes enemigo se estacionaron frente a las puertas del castillo para esperar. El aura de todo el reino había cambiado, cada uno de los habitantes ya estaba enterado de las buenas nuevas, lo que incluía cuchicheos emocionados y relatos de boca en boca que se deformaban pasando de uno a otro.
Jack Conway subió a su carruaje tras haberse despedido con toda la diplomacia necesaria. Le esperaba un trayecto de dos días —eso si acampaban solo una noche—. Viktor, a pedido de Aleksandra, regaló comida y bebida para el camino, diciendo como últimas palabras que "Ahora somos aliados, hemos de tratarnos como tales". Se le notaba más calmado, lo que lo volvía más capaz de comportarse como era debido.
Ambos consejeros y Horacio mantenían una conversación que se había alargado más de la cuenta, sin llegar los adioses aún. Como regalo especial tuvieron la mirada enfadada de Conway y la frialdad de Viktor, que aún recelaba de Greco.
Aleksandra y Viktor seguían de pie esperando la retirada de la comitiva Zhenyana. La mayor de los hermanos portaba un vestido distinto al del día anterior, pero no por ello menos hermoso. Viktor por su parte generaba una pequeña discordancia entre las vestimentas, con un traje de grises aunque mantuviera el usual estampado floral y los botones de oro. Se veía tentado a girar la cabeza y encarar a Ivanov, quién permanecía en silencio unos pasos más atrás, presente solo porque el deber así lo pedía; ignoró la idea, si no había sido capaz de abrir la carta, tampoco sería capaz de entablar una conversación cuando el teniente general no hacía más que evitarlo.
—Vámonos ya —dijo Jack entre dientes, tragándose los insultos.
Para su suerte, sus dos hombres de confianza obedecieron, subiendo uno al carruaje con él y el otro a su yegua.
Gustabo acomodó su traje, cruzándose de piernas y observando medio sonriente a su monarca, era consciente de que la situación aún le generaba rechazo, y encontraba diversión en ese aspecto.
—¿Qué le sucede? Salió todo de puta madre, el pueblo estará agradecido y usted se echó novio, que no es tan mal parecido como creímos.
—Me saca una cabeza en estatura, se jactó de eso, ¿no te fijaste? —acomodó en el carruaje, apegándose al respaldar de su asiento, una expresión de desagrado transformó su rostro—, es un niño mimado que actúa duro, sin más.
—No se querrá retractar ahora por...
—No, coño. Pero eso, que ese tío no sabe mucho lo que es la vida —mencionaba cualquier defecto que se le ocurría de Viktor para así desquitarse un poco, como si sirviera de algo.
—Vale, la cosa es que no se eche atrás, porque aunque se estuviera follando a alguien, ahora le tocará hacerlo en secreto.
—¿Cuántas putas veces tendré que callarte? —optó por mantenerse callado el resto del viaje, al menos lo máximo que pudiera.
Así que es algo del estilo, pensó Gustabo, sin decir una palabra más mientras Conway desvió la mirada a la ventanilla del carruaje, observando la variedad de colores que pintaban Katiuska. Su silencio otorgaba.
Jack se fijó en las plantas, el musgo en las casas más antiguas que se mezclaba con hojas verdes de las trepadoras o rodeaban árboles que nadie quería cortar incluso si el otoño llegaría en poco tiempo y las hojas comenzarían a ensuciar el suelo.
Horacio, en su montura, tomó la delantera de la comitiva. Observó el girasol otorgado horas antes, el cual puso con cuidado entre el peto de la armadura para que asomaran las hojas sin llegar a caerse. Sabía que la flor no llegaría con vida a Zhenya, por lo que procuró recordar cada detalle; las hojas amarillas que brillaban con el sol, los tonos del centro, el tallo verde tan precioso. A penas había flores en casa, la sequía se encargó de ir acabando con cada jardín.
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Lirios y Gardenias. [𝐒𝐩𝐚𝐢𝐧𝐑𝐏 𝐀𝐔]
FanfictionLos dos reinos más poderosos del continente deben acabar con la guerra. El rey Viktor acaba de asumir el poder y el rey Jack propone un tratado de paz ademas de un camino para mantenerlo. Es el bien común por sobre el propio. Los Lirios claman honor...