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Duele.

La imagen en su cabeza en repetición una y otra vez, la manera en la que se siente inútil por haber tenido la oportunidad de salvar a su hermano en sus manos y no haberlo hecho. Se siente débil, vulnerable, como un simple mortal. Puede ver la mirada de Wonho en su último suspiro, puede escuchar la voz de su mejor amigo llamando su nombre, puede sentir ese vacío en su pecho cuando la bestia salió.

Pero ya no puede hacer nada.

Jungkook ahora sabe que su padre siempre tuvo razón, que los licántropos son solo una plaga que hay que exterminar. Aunque al salir del aquelarre no tomó ni una sola arma para defenderse, siente tanta rabia que no cree necesitar más que sus propias manos para destrozar a cualquiera que se le ponga enfrente e intente arruinar sus planes.

La frontera frente a él empieza a verse entre los árboles que impiden que su visión sea clara, es alta, imponente, y solo hay dos maneras de entrar al territorio de la manada; escalándola o matando a los guardias que están plantados como estatuas en la gran puerta de madera. Está exactamente como la última vez que la vió cuando su padre le enseñó que no todas las zonas eran seguras para él cuando era solo un niño, el mismo día en que Jungkook tomó y disparó una ballesta que el herrero del reino creó exclusivamente para él.

Jungkook está siendo suficientemente sigiloso para que absolutamente nadie pueda verlo u oírlo y detiene sus pasos un momento antes de llegar al camino de tierra en donde terminan los pinos que ha dejado atrás y comienza el puente que conecta su territorio con el otro. Ha pensado en todas las maneras de llegar y anunciar que ha llegado y viene por el alfa, tal vez sea buena idea sacar los ojos de cada perro hasta que el último que quede sea el cobarde Kim Taehyung, a quien nunca en su vida ha visto pero ha escuchado lo suficiente de él y sabe que cuando lo tenga enfrente lo primero que hará será arrancarle la garganta con sus dientes. El solo pensamiento de asesinarlo es tan placentero que puede sentirse salivando.

Sin embargo, no toma esa opción por mucho que le gustaría. Puede escuchar un par de risas más allá de la muralla y si afina sus sentidos escucha el crujir de las hojas secas a causa de pesados pasos que identifica más cerca de él. La puerta está protegida por licántropos en mutación, quienes no separan la vista del frente y Jungkook empieza a maquilar como va a burlarse de ellos para poder entrar. Por eso decide retroceder y calcula la distancia que hay entre el último pino y la cima del muro así tal vez, con suficiente impulso, pueda atravesar por los aires y evitar tocar tierra y dejar sus huellas marcadas.

Jungkook conoce bien las reglas, sabe que si llega a fallar nadie podría reclamar su cuerpo ni hacer nada al respecto al estar entrando a una zona prohibida, sabe que está violando más de una cláusula del tratado, pero también sabe que no puede simplemente quedarse con los brazos cruzados.

Por eso se sujeta del húmedo tronco para escalar hasta la punta del pino y cuando está en la cima puede ver la cantidad de luces pertenecientes a cada cabaña, tendrá que avanzar mínimo un kilómetro y medio para poder llegar hasta donde supone que está la cabaña del alfa justo al centro de todas las demás, puede alcanzar a divisar fogatas encendidas y gente alrededor riendo y comiendo. Parece que está observando otro mundo completamente diferente pues su aquelarre es tan oscuro, frío y privado que toparse con otra realidad le resulta incluso refrescante.

Jungkook da el primer salto, pero se impulsa con tanta fuerza que tambalea al estar al borde del muro, y aunque sabe que una caída de cuatro metros de altura no le causará ningún daño, prefiere no mirar hacia el suelo y centrarse en agudizar sus sentidos en caso de algún imprevisto, observa el siguiente pino frente a él y salta, es tan rápido que ni siquiera deja una ráfaga de viento a su paso, cuando abraza el tronco de éste, mira hacia los lobos que vigilan la puerta desde adentro y voilà, ha logrado entrar.

EVEN IF I DIE - KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora