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Mientras que los príncipes galopaban lo más rápido que podían por los senderos ocultos que llevaban directo al espeso bosque, en el reino de Moonie el caos reinaba.
Según los cálculos, el gran humo que se veía por los cielos aún estaba lejos, pues intuían que iban cruzando el río y entonces habían dado su posición como señal de advertencia.
ㅡ Al menos son consideradas. ㅡ Habló Moonbyul con sarcasmo levantándose de la mesa cuando uno de los mensajeros le dió la noticia.
Justo ese día, habían propuesto una pequeña comida para la celebración del embarazo de Hwanwoong, pues el tener a un heredero era de vital importancia en cualquier matrimonio de la realeza, ya que éste ocuparía sus lugares en caso de que no estuvieran ni Youngjo o Hwanwoong.
Además de que ambos llevaban ya poco más de tres años de casados. Sin embargo, la celebración se vió terminada de forma abrupta por tal suceso que estaba ocurriendo.
Al igual que los reyes de Ga-ja, los de Moonie fueron lo más rápido que pudieron a colocarse los trajes para conflictos bélicos, mientras que Moonbyul reía.
ㅡ ¿Qué es tan gracioso? ㅡ Preguntó Hoseok acomodándose la cinta que llevaba atravesada en su pulcro traje blanco.
ㅡ Vamos a tener una guerra y aún tenemos tiempo de cambiarnos, es cómico.
ㅡ Si tú lo dices, querida. ㅡ El rey extendió su brazo hacia su reina para poder dirigirse y efectuar los protocolos.
Mientas que los reyes se encargaban de dar indicaciones al pueblo, intentando que no cayeran en el pánico colectivo y que en su lugar se mantuvieran bien refugiados en sus sótanos, Youngjo salía por la parte trasera del reino con Hwanwoong de la mano quien intentaba controlar un poco los nervios y el miedo que sentía pues no era bueno para el bebé que tanto les había costado tener.
Llegaron al imponente caballo blanco de Youngjo en un abrir y cerrar de ojos. Youngjo tomó de la cintura a Hwanwoong intentando no lastimarlo y lo subió al caballo sin esfuerzo alguno, pues su chico era bastante liviano aún con su vientre poco hinchado.
Después, Youngjo subió tomando de las riendas de su caballo y esperando a que Hwanwoong se sujetará a él para poder partir lo más rápido posible, siendo acompañados por dos guardias que se toparon en el camino.
Seoho quería llorar; por el miedo, por la impotencia de no hacer nada y solo quedarse encerrado en el refugio y por el enojo de que no les dijeron nada acerca de la situación.
Sin embargo, no podía darse el lujo de llorar. No cuando iba montado a caballo y cabalgando a todo galope con el viento golpeando cruelmente su cara y desacomodando sus azabaches cabellos.
Así que se tragó su llanto y enderezó su postura, manteniendo la mirada centrada en el camino.
Después de unos minutos galopando, llegaron al más recóndito lugar del bosque, en la parte contraria al reino del norte: una zona donde los ahuehuetes crecían despampanantes elevándose muchos pies sobre sus cabezas.