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Keonhee tomo de la mano al príncipe Seoho, llevándolo hacia el jardín trasero donde horas antes había estado conversando con su madre.
Seoho estaba un poco confundido, ¿Porque lo llevaba hasta allá?. Se preocupó inmediatamente pensando en que todo el espectáculo anterior había sido solo eso, un espectáculo para quedar bien ante los invitados y que en realidad Keonhee le iba a decir que se fuera o algo relacionado.
Seoho bajó la mirada, dejándose llevar por el príncipe intentando retener las lágrimas que amenazaban con salir.
Finalmente, Keonhee se detuvo en el kiosco blanco, adornado igualmente con luces tenues y coronas de flores. Su madre le había avisado que el lugar estaría libre y tranquilo por si quería estar a solas con el príncipe del reino Ga-ja. Giró su cuerpo para observar que Seoho se encontraba con la cabeza gacha.
- ¿Estás bien? - preguntó preocupado, solamente obtuvo un asentamiento de cabeza por parte del príncipe Seoho.
- Oye ¿Que pasa? Puedes decirme - Insistió Keonhee dejando con cuidado su mano en la mejilla del contrario, haciendo que levantara su cabeza sorprendido por el toque, dejando ver sus ojos cristalinos.
- ¿Porque vas a llorar? - Inmediatamente el príncipe del reino sacó un pañuelo de su saco, ofreciéndolo al chico de cabello azabache.
Seoho tomó el pañuelo agradeciendo levemente tomando aire para hablar: - Yo... - comenzó dudoso - Tengo miedo de que no te agrade o que me quieras fuera de tu vida. -
- ¿Qué? - Keonhee estaba desconcertado; era cierto que cuando le avisaron del matrimonio arreglado no quería ver la cara de quién sería su pareja. Cuando se enteró que era un chico, quiso dejar todo y largarse. Pero en el momento en que vió a ese chico, todo lo negativo desapareció, anhelando una plática más larga para conocerlo.
- Yo estoy bien con el matrimonio, no he tenido pareja y deseaba a alguien que me quisiera. Y vi ésto como una buena oportunidad - Seoho lo miró fijamente - Pero creo que tú no te encuentras del todo bien con ésta situación. -
Keonhee terminó envolviendo a su futuro esposo en sus brazos, acariciando con cuidado su cabello, teniendo precaución de no tirar su corona. Seoho se rompió en un llanto silencioso tomando entre sus manos el saco del contrario, aspirando su colonia y sintiéndose bien con los brazos del príncipe alrededor de él.
- Tienes razón - habló bajito Keonhee, solo para ellos dos - Al principio odié todo ésto, pero ahora que he visto lo hermoso que eres, me hace desear hablar contigo, conocerte y dejarte reinar a mi lado. -
Seoho lo miró sorprendido: - ¿Lo dices en serio? - Keonhee asintió con una sonrisa.
- ¡Si quiero! - Y ambos brincaron felices, riendo como si no fueran príncipes y no tuvieran una imagen que mantener. Pero que más daba, estaban solos ¿No?
Por otra parte, las reinas apenas vieron a los chicos retirarse del salón corrieron a la sala de vigilancia, dejando a sus esposos riendo mientras iban por una copa.