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Seoho observaba desde la entrada del palacio a Keonhee despedirse con cálidos abrazos de sus padres, quienes habían decidido partir cuando aún no salía el Sol. Su madre se encontraba a un lado de él, esperando a que terminaran de despedirse de su primogénito para ir a despedirlos.
Keonhee llegó a su lado con su ceño fruncido, señal de que intentaba retener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos sin su permiso; Seoho le sonrió para después entrelazar sus manos, apretando la contraria un poco en señal de apoyo.
Ambos príncipes vieron a los reyes mantener una pequeña charla en la que sus semblantes solo se mantenían preocupados.
ㅡ ¿No sientes que algo va mal? ㅡ Preguntó Keonhee.
Seoho asintió. ㅡ Desde ayer, se ven... Extraños.
ㅡ Me preocupa que partan con el cielo oscuro. ㅡ Compartió Keonhee suspirando.
ㅡ Tranquilo; recuerda que nuestros guardias y los tuyos se encargarán de llevarlos a salvo hasta tu reino.
ㅡ Lo sé, Seoho. Pero su mirada y expresión hacen que no me sienta tranquilo.
ㅡ Escucha. ㅡ Seoho tomó entre sus manos la cara del príncipe. ㅡ Están preocupados por qué no has estado separados por un considerable tiempo de ellos; además probablemente se han acordado de algo pendiente o urgente que hacer.
Keonhee quiso sonreír pero las palmas de Seoho presionándose contra sus mejillas se lo impedía. Así que asintió como pudo tratando de eliminar cualquier rastro de preocupación en su rostro para que al menos sus padres lo vieran bien.
Minutos después, las puertas que contorneaban toda la propiedad, se abrían de par en par dejando salir las carrozas con los reyes de Moonie en ellas junto a guardias siguiéndolos por todos los lados.
Keonhee agitaba un pañuelo blanco desde su lugar con lágrimas en los ojos, recibiendo a su madre asomándose por la ventana de la carroza para lanzarle un beso y se quedó así hasta que vió perderse a lo lejos el vehículo.
Cómo aún era temprano, apenas entraron al palacio se dirigieron a sus habitaciones pues faltaba un par de horas para que la hora del desayuno comenzara así que podrían tener un tiempo más de sueño.
Los príncipes entraron en la habitación de Seoho caminando directamente a la cama, donde cada uno se acostó en uno de los lados, quedando boca arriba y mirando hacia el techo.
Seoho sabía que Keonhee estaba en no muy aceptable estado por las sensaciones que lo abruman, así que con cuidado arrastró su cuerpo hasta quedar a un lado del príncipe y lentamente lo envolvió en un abrazo, dejando su cabeza recostada en su pecho que subía y baja a cada respiración.
Fue cuestión de segundos para que comenzara a sentir la tela de su pijama mojada por las gruesas lágrimas de Keonhee. Seoho acariciaba con parsimonia sus hebras azuladas y se animó a cantarle una canción que terminó por relajarlo hasta que se quedó dormido y poco después, Seoho cayó en los brazos del morfeo.
Si alguien le dijera a Seoho que despertar abrazado a la persona que amas es la sensación más hermosa que puede experimentar, definitivamente estaría de acuerdo. Sin embargo, sentir su cuerpo por completo entumecido por tener a Keonhee abrazándolo y limitando sus movimientos, no se sentía del todo bien.
Fijó su vista en el reloj de la mesa a un lado de la cama, notando que faltaban menos de veinte minutos para la hora del desayuno, por lo que removió con delicadeza el cuerpo de Keonhee hasta que consiguió despertarlo.
ㅡ ¿Ya es hora del desayuno? ㅡ Preguntó tallandose los ojos.
ㅡ En 15 minutos. ㅡ Dijo Seoho sentándose en la cama.
Keonhee lo tomó del brazo jalándolo para que quedara de nuevo acostado y le robó un rápido beso que dejó a Seoho sonrojado y con una gran sonrisa en la cara.
Hicieron lo mejor que pudieron al tener poco tiempo en su apariencia y bajaron al comedor a desayunar para después ir a arreglarse como era debido pues les esperaba un ajetreado día en el pueblo del reino.
Solar y Jisung se excusaron sobre el no poder acompañarlos diciendo que se quedarían a esperar las noticias de la llegada de los reyes de Moonie a su reino.
ㅡ Su Majestad. ㅡ Habló Keonhee dirigiéndose a Solar antes de partir.
ㅡ Dime Solar, por favor.
ㅡ Solar, ¿Puede decirme dónde cambiar la moneda de mi reino por la del suyo? ㅡ Preguntó.
ㅡ ¡Oh, querido! La moneda es la misma. Nuestra alianza ha sido tan firme que utilizamos la misma moneda, así que no te preocupes por eso y ve a disfrutar.
Keonhee asintió sorprendido pero con una sonrisa y se despidió para ir a esperar a Seoho dentro de la carroza.
ㅡ Volveremos en unas horas, madre.
ㅡ Asegúrate de que Keonhee no compre mucho con su dinero, pues ahora que están comprometidos y es nuestro invitado, lo nuestro es suyo. ㅡ Recordó Solar a Seoho.
ㅡ Lo sé, madre. ㅡ Seoho besó la mejilla de la reina y se despidió de su padre para subir rápidamente a la carroza junto a Keonhee.
Mientras que los príncipes disfrutaban del día en el extenso y colorido pueblo de Ga-ja, los reyes corrían de una habitación a otra en busca de papeles.
El día anterior después de la comida habían sido notificados con la llegada de una carta del reino del norte, en la cuál se expresaba un posible ataque no pasivo hacia ambos reinos si es que no cumplían con ciertos caprichos, como les decían las reinas, que solamente lograba alterarlos.
Esa vez, las reinas que lideraban el reino del norte, se habían enterado del reciente compromiso de los príncipes, alegando la falta de educación de ambos reinos al no invitarlas al compromiso.
ㅡ Caprichos, Solar. ㅡ Había dicho Moonbyul. ㅡ El año pasado también nos llegó la amenazaba si es que no deteníamos la exportación de rubíes.
ㅡ Ya sé, pero no podemos arriesgarnos a qué los chicos sufran las consecuencias de sus actos inmaduros. ㅡ Añadió Solar con preocupación evidente.
Moonbyul estaba a punto de contestar, cuando un guardia entro al despacho con una nueva carta de la misma procedencia.
Solar la tomó entre sus manos para abrirla y leerla, pero ni bien terminó de hacerlo, su semblante entero palideció alertando a los dos reyes que llegaban de una partida de ajedrez.