Prólogo.

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Movía mis pequeños pies de adelante hacia atrás.

Mis articulaciones dolían demasiado, el simple roce de mis manos al tocarse me hacían querer llorar. Sentía como si las hubiese fracturado.

Gotas frías de sudor escurrían de mi frente, tenía mucho frío, quería que mi manta de ositos me brindara el calor que mi cuerpo pedía, que necesitaba.

Quería que mi papi me llenara de besitos, quería que me abrazara aunque mi cuerpo dijera lo contrario, llevaba media hora parado hablando con la señorita secretaria del hospital.

—Cariño, sólo, espera un poco más— pedía mamá —Papá está apresurando al doctor para que te atienda.

Asentí sin entender que decía.

—¿Puedes aguantar un poquito más?— simuló juntar dos de sus dedos mostrándome el poco tiempo que debía esperar.

Volví a asentir.

Mamá me mostró una sonrisa, bueno, hizo su mejor esfuerzo para mostrarme una. Su labio inferior temblaba, sus ojos se encontraban rojos. Hinchados.

Le dedique mi mejor sonrisa. Mamá volvió a sonreír y derramó algunas lágrimas. Soporte el dolor de mis huesos, limpie sus lágrimas con mi pequeña mano. Dolía, debía ser fuerte por mamá.

—No llores mami, ya me siento mejor— mentía. Sentía que mis huesos se quebrarían en cualquier momento.

—Puedo verlo mi amor— dejó un beso tronador en mi mejilla.

Las cosas se movían, las luces se prendían y apagaban, mi cabeza daba vueltas y dolía, parecía que alguien la estuviera estrellando contra la pared.

Quería llorar.

Quería gritar.

Quería que parara.

No pude más, cerré los ojos un segundo y todo se volvió negro. Mi dolor desapareció, lo último que escuché fue un grito de mamá.

—¡¿DELTA?!... ¡Carlos mi bebé!






Un molesto sonido chillón me hizo abrir mis ojos, restriegue mis pequeños puños contra mis ojos.

¡No dolía!

Mi cuerpo ya no dolía, aún sentía leves punzaciones mas no se comparaba a como dolía antes de cerrar mis ojos y ver total oscuridad.

Traté de levantarme pero algo me detuvo, había una extraña cosa incrustada en mi mano, ya no vestía el mismo vestido rosa de cuando llegue ahora usaba una rara bata blanca con puntos azules, era demasiado delgada haciendo que el frío aire se colara.

No veía a mamá o papá por ningún lado, me habían abandonado.

Empecé a llorar, sabía que debí soportar un poco más el dolor, mas no podía, llevaba demasiados días fingiendo estar bien poniendo sonrisas en la mesa que en realidad eran muecas de dolor. No quería preocupar a mis padres, era una mala hija, ahora entendía porque me habían dejado.

Limpieza mis lágrimas, no lloraría más, mamá una vez dijo que las princesas no lloraban, yo era su princesa y por lo tanto no debía llorar como un bebé.

Brinqué del susto cuando abrieron la puerta.

—¡Carlos!, Ha despertado— mamá seguía usando la misma ropa.

Eso significa que no me abandonaron.

Los cálidos brazos de mamá me brindaban el calor que mi cuerpo pedía, olvidé el frío para centrarme en siempre recordar la sensación de amor y protección que podía hacerme sentir por sólo ser ella.

De un momento a otro deje de sentir sus brazos contra mi cuerpo, no me había dado cuenta que cerré los ojos y los abrí lo más rápido que puede, mamá me miraba con una sonrisa, ese era su poder, en los días grises donde solo quería llorar, su sóla presencia me daba la paz y tranquilidad que llegaba a faltarme.

Mi madre siempre será mi heroína.

—¿Te sientes mejor?— sus pulgares limpiaron mis lagrimales.

Asentí.

—¿Tienes hambre, princesa?— preguntó papá, sabía que había estado llorando, sus ojos lo delataban.

—Sí, papi.

Ví un ligero temblor en su cuerpo en cuanto me escuchó hablar, pero tan rápido como llego se esfumó.

Un doctor entró llamando la atención de mis padres, sus ojos chocaron con los míos dedicándome una sonrisa, su bigote—casi—blanco me daba risa.

—Veo que la paciente ya despertó-— su bigote se movía al compás de su boca —En breves minutos estarán los resultados de las pruebas.

¿Pruebas?, ¿Así como en la escuela?. Se supone que estoy enferma, no debería hacer tarea.

No preguntaría nada ya que mamá se podría enojar si interrumpo la plática de los adultos, que tal y se arrepentía de no abandonarme

Calladita me veo más bonita.

—Está bien, doctor.

—¿Prefieren saber los resultados aquí o en mi consultorio?— preguntó.

—Queremos que ella también sepa— le dijo mamá con voz suave.

Pasaron varios minutos en los que mis padres no dejaban de verme de forma extraña, sentía su mirada diferente a como acostumbran hacerlo.

Pequeños toques fueron dados a la puerta, el doctor la abrió y tomó varios sobres blancos que le extendió la enfermera. Busco entre todos hasta que se detuvo, lo abrió y su expresión feliz decayó.

—¿Qué dice?— preguntó apresurada mamá.

—Lamento tener que ser yo quién les de está noticia señores Coslow— hizo una pausa viendo los resultados una y otra vez -Su hija dió positivo.

—¡¿Qué?!— exclamaron mis padres, mamá había empezado a llorar de nuevo.

—Me temo decirles que ella es portadora del Virus de Inmunodeficiencia Humana, mejor conocido como VIH.

—¿Có-cómo?— mamá parecía no creer lo que el doctor le decía.

—Su hija es Seropositivo, significa que puede transmitir la enfermedad, mas todavía no la ha desarrollado— hizo una pausa —Con el tratamiento adecuado podrá tener una vida como cualquier otro niño de su edad, deberá tomar las medidas necesarias para no transmitir la a más personas.

—¿Vivirá?— susurró papá.

—Desde luego que sí, seguirá el tratamiento para evitar que se convierta en SIDA, es una niña fuerte, la enfermedad aún no está desarrollada, si se médica podrá llevar una vida normal.

—¿Cuándo empezamos el tratamiento?— los ojos de papá estaban llenos de lágrimas.

—Hoy mismo si gustan.

—Haga lo que sea necesario para salvar a mi hija.

No sabía que pasaba, mas las lágrimas de mamá podía decir que no era algo bueno lo que estaba sucediendo, debía ser fuerte por ellos.

Papi, ¿Qué significa ser Seropositivo?— pregunté sin poder evitarlo, no me quedaría con la duda.

—Que eres especial, cariño.

Soy especial.

Las personas especiales logran cosas fantásticas.

Amaba ser especial.










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Aunque no lo crean casi lloro escribiendo ésto.

Si fue difícil para mí hacerlo, no me imagino lo que sufren las personas al tenerlo.

SEROPOSITIVODonde viven las historias. Descúbrelo ahora