La calle fue mi escuela.

127 14 3
                                    

— Vamos, o qué, ¿tienes miedo?—me intentó intimidar un "pandillero" de la universidad.

— ¿Por qué tendría miedo de un idiota sin cerebro?—respondí siendo observado por la única persona presente en la que confío.

— No hagas tonterías, por favor, vámonos—pidió ella mostrando molestia en su voz— no vale la pena pelearse por alguien tan bajo...

— Tranquila lindura, no lo lastimaré... tanto...—dijo cínicamente mi oponente y lanzó un puñetazo. Lo recibí de lleno y ni siquiera lo sentí, sus ojos se abrieron d golpe— ¿Q-que?—gritó acumulando ira en su voz. No me inmuté. Realmente ese hombre no tenía fuerza. Solo era un farol más.

— Si crees que golpear a otros te hará sentir bien, entonces golpéame...—lo animé sin cambiar mi semblante. Realmente odiaba a las personas que se creían mejores por pisar a otros...

— ¡CIERRA EL HOCICO MALDITO!—gritó furioso y comenzó a lanzar golpes.

Sólo los detenía por hacer algo, me bastaron unos segundos para encontrar un punto débil, un solo y único puñetazo en el hígado, eso me bastó para dejarlo sin aire, sin fuerzas, sin dignidad y sin reputación, tirado en el suelo.

— ¿Qui-quién diablos te has creído? ¿de donde mierda vienes?—preguntó esforzándose por hablar intentando no desmayarse.

— No te importa...—le respondí dejándolo tirado, para retirarme con mi amiga.

— No entiendo del todo...—dijo ella caminando junto a mí— ¿Por qué haces esto si no tienes la necesidad de hacerlo, Kion?

— Él fue quien se lo buscó, Fuli... a mí no me importa darles lecciones a los que se crecen demasiado, sobre todo cuando solo fingen ser algo que no son...—dije con una voz más suave y amable.

Al poco rato, llegamos a mi casa. Ella vivía conmigo desde hacía unos meses, ¿la razón? Su casa quedó totalmente destruida por un terremoto de escala mayor, era un milagro que la mía no se hubiera desmoronado también.

Ella, al igual que yo, no tenía familia, o al menos una que la cuidara... ¿Que quién soy yo? Sólo alguien que ya ve las cosas como son realmente.

Nací en la capital de la Ciudad de México, al mismo tiempo que mi hermano Kopa. No éramos una familia especialmente adinerada, de hecho, la pobreza nos consumía casi por completo... Cada noche, mi padre lloraba y rezaba, yo no entendía el por qué... Cuanto me hubiera gustado poder entender el motivo de sus lágrimas antes...

Lo peor fue cuando él murió. La muerte tocó nuestra puerta y Dios lo recibió con los brazos abiertos, dejándonos solos sin poder reparar el daño causado y nosotros con sólo siete años de edad, tuvimos que aprender a vivir sin una figura paterna, y seguir adelante.

Vivíamos en una casa hecha de tejas de metal, las paredes enmohecidas y sin una sola luz con la cual alumbrarnos. El techo lleno de agujeros por la humedad, oxidado y con hongos, a lo que atribuyo todas mis enfermedades pulmonares...

Era una situación deplorable, pero la situación económica que teníamos en ese entonces era un asco... Continuamente mi madre nos encargaba con nuestros parientes mayores, para que al menos tuviéramos algo que comer durante el día...

Así vivíamos nosotros cada día, y yo sólo veía a mi madre con el Jesús en la boca... Mis abuelos decían que era la presión de no saber cuidar a dos pequeños al estar completamente sola...

Entonces, comencé a trabajar para ayudar un poco a mi madre, así apoyándola en una situación económica que únicamente nos daba para sobrevivir. Crecí viviendo entre banquetas, y es un pasado que hoy en día agradezco, ya que me hizo darme cuenta de que el mundo era cruel y rudo, muy alejado de la pintoresca realidad que nos formamos desde pequeños...

Tres años después, mi madre se casó por segunda vez, con un señor amable, al que me atreví a llamarle padre, sin embargo, todo fue de mal en peor... No por él, o por nuestra hermanastra Kiara, sino porque el buen hombre que se decidió a adoptarnos como parte de su familia, logró meternos a un colegio a mí y a mi hermano...

Odio decir esto, pero fue sólo salir del río para entrar en el océano... No por la escuela, sino porque apenas nos metió a estudiar, empezaron los problemas, ya que era un lugar en donde cada alumno hacía lo que le entraba en gana. Desde bullying, hasta amenazas, incluso robaban y se drogaban en ese lugar. Con tantos antecedentes no me sorprendió cuando me dijeron que alguien ya había muerto ahí.

Los profesores no podían hacer nada, pues en ese lugar, amenazaban a punta de navaja, y en casos extremos a punta de pistola... Yo sentía mucha lástima y a la vez impotencia por la situación, porque nunca fui el peleonero del lugar... nunca me gustó serlo...

En ese lugar era matar o ser asesinado... pocas veces de forma literal, pero eso no quitaba que para que te tuvieran respeto, tenías que causar miedo, unirte a los fuertes y deshacer la integridad física y moral de los débiles.

Eso yo lo veía a diario, y me dolía saber que no podía hacer nada, porque las pocas veces que defendí a alguien, era yo el que terminaba pagando los platos rotos... Sumado a eso que siempre venían en grupos... Aún tengo las viejas cicatrices que marcan ese oscuro pasado...

Era, si no el único, de los pocos que querían estudiar... pero cuando eres el nerd de la clase... simplemente eres el imán de todos los malditos bravucones del lugar...

Entendí que tenía que cambiar... No podía seguir siendo así... La opción es ponerse al tiro de la situación, entrar en fase de supervivencia... Si te quedas como el estudiante débil y aplicado del lugar eres presa fácil... Carne fresca para el lobo.

Con el tiempo, aprendes que es mejor bajar la cabeza y pasar desapercibido, no alzar la voz ni intentar destacar... y sólo para que dejen de verte como un blanco potencial...

Durante 13 años estuve soportando eso, endureciéndome cada vez más, dejando de lado todo rastro de lo que fui anteriormente... hasta que finalmente, terminamos cambiándonos de casa...

Ahora ya no existían esos problemas, pero todos los traumas persistían. No podía volver a ser el de antes... No con todo esto sobre mi... era demasiado trauma durante demasiado tiempo como para olvidarlo de un día para otro...

En el nuevo barrio muchos intentaron amedrentarme, intentaron hacerme sentir miedo, pero tras años de sufrir palizas a cuchilladas, y algunas veces teniendo que ir al hospital por quienes llevaban pistola... esto era nada... Terminé por dejar de sentir dolor...

Ya no me importaba cuidarme de los golpes... Si venían en bandas o no, daba igual... yo crecí en ese ambiente, y me fortalecí a base de ello... Tanto que... hoy en día, una pelea no es más que otro respiro en mi vida...

Dejó de importarme cuando me di cuenta de que la vida no es simplemente un camino de rosas...

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

DOS CAPÍTULOS SEGUIDOS, PORQUE?  PORQUE HOY VENGO INSPIRADO, AHÍ ME DICEN QUE LES PARECE, YA VERÉ SI PUEDO CON OTRO, SINO, OS VERÉ EN OTRA HISTORIA, ABRAZO PSICOLÓGICO :D

One-Shots: Kion x FuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora