IV

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Ciertamente había olvidado cuánta hambre tenía después de abandonar la torre del Hokage, pero cuando llegó hasta sus sentidos el excelente olor que despedían las gyozas que Hinata había puesto sobre la mesa, junto con un cuenco lleno de arroz para cada uno, su estómago rugió ferozmente en protesta. Incluso el gran plato con calabacines, brócoli y zanahorias sazonadas que su mujer colocó cerca de él se veía extremadamente apetitoso, Hinata era tan talentosa en la cocina que incluso conseguía que las aburridas verduras le resultaran deliciosas.

Su estómago volvió a rugir exigiendo ser atendido y su esposa soltó una tierna risa cuando lo escuchó, él sonrió avergonzado de haber sido descubierto. Con ayuda de sus palillos de madera, acercó una de las gyozas hasta él y dio un primer bocado, la carne del relleno era jugosa, con un picante sabor a jengibre que era tan ligero que terminaba siendo agradable, sus ojos brillaron de emoción y sus mejillas se sonrojaron con alegría.

—Hoy te luciste, Hinata, ¡Esto está delicioso-dattebayo! —expresó dando felizmente un nuevo bocado. Hinata estaba sentada justo frente a él comiendo en silencio su cuenco de arroz, le escuchó atentamente y curvó sus labios con una ligera sonrisa.

—Muchas gracias por pensar eso —le respondió sin borrar su sonrisa, Naruto pudo darse cuenta que los ojos de Hinata brillaban con ilusión y entendió que había acertado al halagar su comida—. La verdad sólo fueron un par de días pero extrañaba prepararnos la cena y quería cocinar algo sabroso en honor a estos tres meses juntos, Naruto-kun.

Los labios de Naruto se curvaron ligeramente hacia arriba, en una sonrisa con la que se reprochaba a sí mismo por casi dejarla plantada. Un respiro de alivio le llenó los pulmones al darse cuenta que pudo enmendar su error y ahora estaba aquí con ella.

—¿En serio? —preguntó sin apartar su mirada de la de ella, Hinata asintió con una delicadeza que le dejaba ver que apesar de todo no le reprochaba su descuido, se sintió agradecido por estar casado con una mujer tan comprensiva como Hinata—.Entonces me alegro por cambiar de opinión y venir a cenar contigo-ttebayo.

Naruto soltó sus palillos y estiró su mano sobre la mesa invitándole a tomarla; ella entendió sus intenciones fácilmente, dejó su cuenco de arroz a un lado y acercó su mano hasta la de él. Sus palmas se juntaron justo a un lado del florero en el centro de la mesa, donde estaba el trío de lirios amarillos.

—A mí también me alegra compartir esta cena contigo, Naruto-kun —susurró con dulzura, entrelazando suavemente sus dedos con los de él.

—No cenaremos juntos durante cuatro semanas, ¿verdad? —trató de sonar lo más casual y sereno posible, no quería volver a llenar su cabeza con eso como hacía un rato.

—Lo sé —confirmó Hinata con una ligera tristeza en su voz que para Naruto fue fácil de notar, él quiso disipar la melancolía en el tono de su mujer reforzando el agarre de sus manos aplicando un poco más de fuerza—. Va a ser un mes muy largo.

Naruto apretó los labios cuando vio la mirada de Hinata centrarse en sus manos entrelazadas, era como si el brillo violeta en los ojos perla de su esposa se opacaran de un momento a otro por un abatimiento de soledad. Él conocía perfectamente ese sentimiento.

—Hinata, ¿te gustaría pasar este mes en casa de tu padre? —la pregunta salió de sus labios de forma tan repentina que a él mismo le tomó por sorpresa, pero de alguna forma sintió que era una solución para acallar la inquietud que le martillaba el corazón—. Puedo acompañarte hasta allá antes de irme.

Su sugerencia provocó que Hinata levantara su mirada hasta los ojos azules de Naruto, definitivamente no esperaba esa propuesta.

—¿Cómo dices, Naruto-kun? —preguntó confundida, Naruto de un momento a otro se sintió intimidado por la expresión de sorpresa que le dedicaba su esposa e instintivamente soltó el agarre que mantenía entrelazadas sus manos.

Lirios amarillos [NaruHina] [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora