5. ¿Un día sin peleas?

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Rachel Miller.

Los rayos del sol iluminaban mi habitación, había despertado hace una hora pero no me apetecía levantarme de mi cómodo colchón mucho menos me quería topar con mi hermano en la sala y tener que discutir una vez más con él, suspire cansada, tenía una enorme marca de los dedos de mi hermano en mi brazo, me dolía horrores, si me tocaba era llorar hasta que el dolor bajará.

Jack se había quedado a dormir conmigo casi toda la noche hasta que despertó en medio de la madrugada al baño y no regreso más, pues supongo que ya quería dejarme cómoda en la cama y también para el dormir cómodo en la suya.

Liam y Noah estubieron también pendientes de mi, me trajeron de cenar y se quedaron conmigo un momento, me hicieron reír como una foca retrasada, de verdad que estaba empezando a tomarles un apreció a los chicos ya que he visto que ninguno tiene mala intenciones conmigo o así quiero creer, malo o bien se han preocupado por mi sin conocerme bien y es algo que aprecio mucho, no cualquiera haría eso con una completa desconocida que viene a invadir sus espacios.

Unos golpes en la puerta principal me sacaron de mi órbita, no me inmute pero como oía los golpes en la puerta supuse que estaban demasiado dormidos como para no escuchar la puerta.

Con pereza me pare y coloqué mis cross rosadas para salir de mi habitación, el pasillo estaba silencioso, absoluto silencio y por un momento me dió paz hasta que tocaron la puerta más duro.

— ¿Qué cojones? — susurré. — ¡Ya voy joder! — exclamé alto para que la persona que tocará la puerta como animal desbocado parará.

Llegué a la puerta y la abrí, una chica rubia, ojos saltones en color verdes, mucho maquillaje, cuerpo de barbie y ropa muy corta para cualquier chica que solo le gusta la atención de todo hombre en la calle por no ser puta o zorra.

— ¿Y tú quién eres? — preguntó, masticaba su chicle de forma horrible.

— Una persona. — Dije sarcástica.

— No pues pensé que eras una animal que camina en dos patas. — contestó viéndose su perfecta manicura.

No la conozco y ya tengo unas benditas ganas de arrancarle las extensiones que de lejos se notan que no es su cabello.

— A ver tía tu sarcasmo no va muy bien con el mío, entonces te pregunto yo ahora ¿Quién eres tú? — crucé mis brazos por mis pechos.

— La novia de Cristhoper. — contestó.

Con que a mí hermano le gustan de esas regaladas eh, vaya dato me he comido hoy.

— Mi amor. — chillo tan alto que tuve que tapar mis oídos para no escuharla.

Me gire a ver a mi hermano parado con una mirada de sálvame, ni siquiera le di importancia y estrellé la puerta para ignorar su mirada de súplica. Negué rotundamente, caso perdido pensé que Cristhoper tenía mejores gusto con las chicas pero viéndolo ahora creo que me da un poco de lastima ya que esos gustos los tiene por el piso.

Volví a llegar al pasillo y mi mirada se conecto con la de Cristhian quién salía del baño solo con una toalla alrededor de su cintura dejando ver su preciosos abdominales muy pero muy marcados.

— Se te van los ojos. — su voz sonaba ronca.

¿Sigo ida todavía?

Viviendo con ellos (Borrador 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora