Ni yo Romeo, ni tú Julieta.

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Mi mente te creía olvidada, y vuelvo A sentir un afilado alfiler clavándose, como la espada de un arduo caballero, en mi alma al escuchar el pronunciar de las tiernas letras que componen tu nombre.
Tus recuerdos volvieron a recorrer el entramado de caminos situados en mi cabeza, y acabaron viajando en la autovía que comunica con mi demacrado corazón.
Estando a centímetros de ti, con cada palabra que tus labios desprendían me haces verte a kilómetros. Ni yo era Romeo, ni tú eras Julieta pero, por eso de enamorarse acabe por suicidar mis sentimientos. Vivo esperando algunas palabras tuyas en formas de suspiro confesando que el palpitar de tu corazón solo se debe al anelo de tus labios hacia los míos y, aún sabiendo que esas palabras jamás abandonarán tu boca, aguanto el derramar de mis lágrimas mientras esculpo una sonrisa en mi rostro para dar el siguiente paso y seguir el compás que marca en mi vida el girar de este tenue planeta.

Cortas Historias De Mi Corta VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora