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NA. Lamento si algo suena forzado y/o apresurado, pero (lo escribí en un día e improvisé) quería que fuera a una idea simple.

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Sakumo se queda quieto cuando la puerta se abre bruscamente.

Por supuesto, él lo esperaba, Dai lo había amenazado un día antes con venir a verlo y Sakumo había estado preguntándose quién era ese hombre y si lo que dijo era verdad.

Lo recordaba brevemente en la academia, luego de que Dai mismo se lo dijo, pero Sakumo se había pasado la noche pensando porque precisamente ese hombre ofrecería algo tan raro y repentino, aún más, tratándose de un traidor como él.

Hacía tiempo que Sakumo se había acostumbrado a la soledad, a las malas miradas, al silencio casi absoluto en los pasillos salvo por los pasos suaves de Kakashi que subían y bajaban de vez en cuando, siempre un poco ajeno a él.

Por eso Sakumo siente un escalofrío cuando Dai entra y azota sus pies en la madera vieja y húmeda. Las paredes vibran, y el rebote de sus pasos parece inquietar fuertemente su cuerpo, como si tuviera que estar de alguna manera alerta.

Pero sus sentidos solo bajan lentamente hasta que se consumen en la nada. Solo el mismo sabor a metal, el pulso lento y el peso hueco de la espada amenazante y reiterativa en su cinturón.

Dai atraviesa el umbral de la puerta de la sala, con su ropa extraña y ese bigote raro y grueso sacudiendo debajo de su nariz, enmarcando una sonrisa sinsentido.

— ¡Buenas tardes, Sakumo! — su voz es grave y espesa, llena la casa como un día lo hizo su propia voz, y Sakumo nuevamente piensa en la misma línea que cuando escucha a Kakashi reír.

Ha pasado mucho tiempo. Mucho, mucho tiempo.

— Buenas tardes — Sakumo se encoge suavemente, desviando la mirada del hombre hacia el grupo de bolsas que llevaba en su mano derecha.

Tenía miedo de que eso fuera una especie de mala broma, de que Dai fuera un enviado de alguien para atacarlo o filtrarse de alguna manera, por lo que Sakumo había esperado unos momentos alguna especie de acción.

Sin embargo, Sakumo es un shinobi experto después de todo, y no podía sentir intenciones escondidas, no más allá de una convicción quizá ridícula y un espíritu extraño y dramático, entusiasta, el mismo tipo de pasión absurda que había notado en el pequeño niño que frecuentaba a Kakashi, el pequeño Gai.

Hablado de... Sakumo rodó los ojos por debajo de Dai, y luego movió ligeramente el cuello al pasillo con sus movimientos torpes y perezosos.

— ¿Y Gai? — los labios de Sakumo tiemblan y se siente cohibido de repente, lanzando una mirada inquieta y apenada al hombre delante de él.

— ¡Fue a comprar unas cosas que me faltaban! — Dai infla el pecho, agitando las cosas que llevaba en las bolsas de su mano.

— Ya veo — Sakumo carraspea y se acomoda en el piso, incómodo.

Había estado considerando la posibilidad de que Dai no viniera, y si lo hacía había pensado en que simplemente podría decirle que no era necesario y que podía marcharse.

No tenía sentido después de todo, no eran amigos, ni siquiera cercanos, y pensar en que un tipo con el que has hablado una sola vez se aparezca de pronto a ofrecer compañía en tu cumpleaños era sencillamente absurdo, y también innecesario.

No sabía que había impulsado a Dai a decirlo, pero definitivamente Sakumo debía detenerlo, no podía permitir que un hombre bueno como él pudiera ser relacionado con Sakumo, si alguien sabía que le había hablado no dudaba en que lo juzgarían y lo señalarían, y Dai no merecía ese trato por su culpa, no luego de su gesto -aunque un gesto un poco raro y absurdo- de amabilidad.

Sólo una buena razón (Sakumo x Dai) [Sakumo Week 2020]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora