Marizza.
Hace tres años que no veo a mi familia, ya que con mis papás nos habíamos mudado a otro país por el trabajo de mi viejo, pero cuando lo despidieron hace un mes, decidimos volver. Hace una semana nos mudamos a la vieja casa, y ahora estamos yendo en el auto a la casa de mis tíos, la única familia que tengo, mis abuelos de parte de mi papá murieron, y a mis abuelos de parte de mi mamá no los conozco. La tía Mora, es hermana de mi mamá Sonia, y el tío Sergio, es hermano de mi papá Martín, ellos son cuñados entre sí y está muy bueno.
Después esta mi primo, Pablo, el muñequito de plástico o he-man trucho como lo llamo yo. De chiquitos eramos muy unidos, era como mi hermano aunque no tenemos la misma edad, el es tres años mas grande que yo. Dejamos de hablarnos cuando yo tenía doce y el quince ya que me tuve que ir, y estoy super nerviosa de volver a verlo. Lo extrañaba un montón.— Marizza, llegamos — avisó mi papá.
Suspiré y abrí la puerta del auto. Cuando bajé, mis tíos estaban en la puerta de la casa.
— ¡Tía! — exclamé y fui corriendo hacia Mora para abrazarla.
Ella es como mi segunda mamá, le contaba todos mis secretos y me daba unos consejos geniales.
— ¡Estas enorme! — me separó del abrazo y me miró de arriba abajo — Estas mas hermosa que siempre.
— Vos también estas hermosa tía — reí y me dí vuelta para saludar a Sergio — Hola tío — le dí un abrazo.
— Hola Marizza, ¿como estas? — me preguntó sonriente.
Con el no tengo tanta confianza, pero lo quiero mucho, siempre fue muy bueno conmigo.
— Bien — respondí sonriendo.
— Pasen, ya está la comida lista — nos invitó Mora.
Pasamos y el lugar no había cambiado nada, seguía todo igual como lo recordaba. Los muebles de madera rústicos como le gusta a Mora, los sillones de cuero como le gusta a Sergio, siempre me encantó su casa.
— ¡Pablo, hijo, llegó tu prima! — gritó la tía Mora.
Los nervios me recorrieron de pies a cabeza, ¿Seguirá igual que antes? ¿Seguirá siendo el nene tonto de la última vez que lo vi?
Escuché las escaleras de la casa crujir y cuando levanté la mirada estaba Pablo bajando con una sonrisa de oreja a oreja.
Sonreí y apenas el bajó todos los escalones corrí para abrazarlo.
— ¡Enana! — me abrazó mas fuerte.
— ¡Muñequito de plástico!
Mi cara quedó en el hueco de su cuello, así que cuando respiré, sentí su perfume. Un olor varonil y delicioso. Ahí es cuando me doy cuenta que no es mas el nenito de quince años que recuerdo, aunque antes tampoco era un nenito. Pero ahora es un pibe de diecinueve, ya que hace unos meses fue su cumple.
Me separé del abrazo y lo miré de arriba abajo. Está mas alto, su pelo está mojado, seguramente salió de bañarse; su cara no cambió mucho, pero se nota la diferencia de las facciones del rostro; tiene los brazos mas fornidos, al igual que su pecho, no me imagino como será sin la remera o mas abaj..
Espera.. ¿¡Que hago pensando así de mi primo!?
Sacudí la cabeza concentrándome en él, al parecer está haciendo lo mismo que yo hacía unos momentos, viendo el gran cambio.
Y es que sí, cambié mucho, antes era una pibita enanita y plana, ahora estoy casi igual de enana pero no plana. Mi cuerpo se desarrolló mucho en cuatro años, y mas mis atributos.

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Relatos salvajes
FanfictionA pedido de nuestra mayor fan, @euge23casiangeles. Te queremos linda