Pablo
La alarma vuelve a sonar como de costumbre a las 6:00 am . Ni un minuto más, ni un minuto menos. Aún con los ojos cerrados estiro mi brazo y golpeo el aparato ruidoso — el cual se encuentra a mi derecha en la mesita de luz — para silenciarlo y tratar de volver a dormir por unos minutos más, pero es imposible, porque en esos instantes mi celular comienza a sonar.
-¡Mierda! - exclamo, mi voz suena ronca debido a que recién me levanto. Con fastidio me incorporo abruptamente en la cama, pero es mala idea ya que, el repentino y brusco movimiento provoca que me de un ligero mareo. Sé muy bien que esto es consecuencia por no comer como es debido.
Por unos segundos la idea de ignorar la llamada y no ir a la oficina cruza por mi mente. Sin embargo esa idea es descartada ya que, mi celular suena una y otra vez con insistencia. A regañadientes me siento en el borde de la cama y lo agarro para contestar.
-¿Si? - digo sin ni siquiera mirar la pantalla. Me paso una mano por mi cabello despeinado, y largo un gran bostezo.
-Pablo, te quiero ya mismo en la oficina - la voz molesta de mi padre suena al otro lado de la línea.
Hago una mueca de desagrado, me irrita que me mi padre siempre me hable en ese maldito tono.
-Te has dado cuenta que son las seis de la mañana ¿no? - inquiero con mucho hastío.
Esto es lo que odio de ser el único heredero de las empresas Bustamante. Tengo que seguir órdenes todo el tiempo, tengo que andar de aquí para allá sin descanso, tengo que ir a reuniones, entrevistas, conferencias; tengo que leer y firmar documentos, tengo que escuchar todo los días las protestas de mi padre. Tengo que hacer muchas cosas, menos disfrutar y divertirme como cualquier pibe de 21 años.
-Me importa poco o nada la hora que es. Los inversionistas rusos llegarán en cualquier momento y, no quiero tener ni un tipo de inconveniente - replica él con esa voz exigente y demandante que tanto detesto.
-Está bien - digo y cuelgo rápidamente antes que me pueda decir algo más. Como siempre, esta es mi manera de empezar el día: escuchando las exigencias de mi padre.
Hice bien en comprarme un apartamento propio. Mi vida seria un auténtico infierno si siguiera viviendo bajo el mismo techo que él. Me levanto de la cama, frotando mis ojos e ingreso al cuarto de baño.
Lo primero que hago al entrar es, liberar mi miembro con erección matinal de mis ajustados boxers, para poder orinar. Inevitablemente un suspiro escapa de mi boca, mientras el líquido caliente sigue saliendo de mi pene. Al terminar , me saco los boxers por completo y entro a la ducha.
Decido bañarme con agua fría, bueno, helada. Eso siempre me ayuda a despejarme más del sueño y estar más concentrado durante el largo día de trabajo que me espera. Pero de todos modos, se siente como una tortura cuando hace contacto con mi cuerpo. Mi piel se eriza por completo y me estremezco de pies a cabeza.
Después de ducharme, afeitarme y lavarme los dientes, me encuentro arreglando mi corbata frente al gran espejo de cuerpo entero que hay en mi habitación. No me veo para nada mal. Y bueno, tampoco es que soy feo. No es por ser agrandado o algo parecido, pero realmente soy muy atractivo. Me pongo perfume y le doy una última ojeada a mi cabello antes de agarrar las llaves de mi auto y mi maletín, para luego salir de mi departamento.
No estoy acostumbrado a desayunar tan temprano. Yo estoy despierto, pero mis tripas siguen dormidas. Entro a mi auto y lo pongo en marcha enseguida. A pesar de la hora, hay mucho tráfico. Y, eso es algo que me pone de muy mal humor, no me gusta esperar. Lanzando un bufido dejo caer mi cabeza en el respaldo del asiento, esperando que la carretera empiece a despejarse.
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Relatos salvajes
FanfictionA pedido de nuestra mayor fan, @euge23casiangeles. Te queremos linda