Prólogo.

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Sus ojos azules y ese rostro de apariencia angelical camuflaban todo el desastre, el caos y la pasión que escondía dentro. Se reprimía a sí misma intentando ocultar su linaje, se contenía, porqué incluso ella sabía que era capaz de hacer el mundo arder; y así lo hizo, ella hizo su vida arder, pese a que él estaba acostumbrado a aquello.

Y lo peor es que no era un fuego que alguno de los dos pudiera apagar, ella desplegó en su vida ese tipo de calor que abraza el alma y quema la piel, dejando cicatrices que escuecen solo ante el recuerdo.

El guerrero nunca imaginó que alguien como ella, que aparentaba ser tan correcta y frívola iba a guardar tanto fuego dentro de sí e iba a hacerlo sucumbir ante su más grande miedo, porque para él, el amor era esa cosa que los dioses le daban como castigo a los libidinosos y el, sin dudarlo ni una vez, vivía bajo los excesivos efectos de la lascivia.

Ángela era para él era como el karma para el pecador, no encontraba manera de sacarla de su mente, pese a que su instinto siempre la vio como amenaza, como el saldo de todos sus cometidos y la consecuencia de la que no se podría librar, porque todo en ella indicaba que lo destruiría. Y aunque los gritos de advertencia ondeaban en su mente, él nunca se arrepintió de dejar huellas en su piel.

Su cuerpo era la casa del pecado y a Ares le encantaba pecar, pero luego...

Solo le encantaba Ángela.

Sí le hubiesen dicho qué el dorado representaba la reina que llevaba dentro nunca habría intentado jugar, pero la subestimó y la tomó como angel, aun cuando era una reina diosa capaz de destruirlo dándole el peor de los castigos.

No era necesario una corona, ella ya tenía ese andar seguro, sensual y atrayente heredado de su padre, ella ya poseía astucia, inteligencia y belleza, solo que los prejuicios que guardaba con respecto a ciertas cosas la frenaban. Ares vio a Ángela siendo una loba encerrada, se acercó a ella, la escuchó aullar, cayó en su encanto y abrió la jaula.

De allí escapó, la mujer que iba a ser la perdición de los hombres.  

  

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Tentaciones Y Deseos ImpurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora