Capítulo III: Impacto, reacción y colapso.

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Ángela Kovalova

Moscú, Rusia.

Feb 22, 2020

No quiero presentarme a Kovalov Group, no puedo verle la cara a Ares Kyrgyakos después de la noche del sábado; no tengo el temple que se necesita para verle y no morir de la vergüenza. Puedo venderle lo que quiera, pero en el fondo, aunque él no lo recuerde mi mente si traerá a colación todo lo que hicimos y por consecuente voy a morir por falta de pudor.

No me siento capaz, me siento sucia e inmoral, siento que mis valores se esfumaron con ese repentino descarrío y es que a nadie puedo culpar por mis acciones mas que a mi, y en parte eso es lo que me tiene decepcionada, con la vergüenza por los suelos. Tengo tatuada en la frente la palabra vulgar que no me deja observar mi reflejo sin que me juzgue a mí misma.

Me repito que estaba casi ebria, pero nadie me obligó a nada, fui allí por mi propia voluntad y fue lo que busqué, aunque ahora me arrepiento reconozco que es toda mía la responsabilidad. Él no me reconoció, llevaba demasiado maquillaje, una peluca y un antifaz, tampoco fue que lo reconocí al instante, pues cuando lo hice ya era demasiado tarde para detener lo que ambos habíamos desencadenado.

Voy a morir de la vergüenza, porque, ¡Vaya! Ni en mis más recónditos pensamientos llegué a imaginar que Ares Kyrgyakos estaría en un club lleno de perversidades; o sea, ¿a quién se le ocurre llevar ese tipo de doble vida?

Que hipócrita se escucha de mi parte...

Por una parte, está el que quiera hacer algo por mí misma y acompañar a mi hermano; me prometí, que iba a ser grande y abandonar no es el primer paso para serlo, enfrentar los miedos si lo es, pero no tengo armadura para hacerlo. Solo tengo unos bocetos valorizados en millones que serán el primer escalón para mi triunfo.

Me repito una y mil veces que debo hacerlo, necesito ignorar todo lo que haya ocurrido, dejarlo estar, no se vuelve a repetir y ninguna de las partes involucradas arma algarabía. Él anoche no estaba dispuesto a llevarlo más lejos y yo tampoco quiero hacerlo, con absolutamente nadie.

Además, firmamos un acuerdo de confidencialidad, si llega a descubrirme y menciona algo de esa noche procedo a demandarlo y ver como obtengo dinero, ya que la moral no puedo recuperarla.

En mi vida no hay cabida para los cambios, puesto que me alteran y mi disposición ante aquello es nula. Si quisiera vivir la vida loca y en constante transformación lo hiciera, porqué tengo el dinero, juventud y belleza, pero sé que la vida y yo somos más que eso.

La juventud es pasajera igual que la belleza, mientras que el dinero es necesario y te permite vivir en confort, lejos de esos tabúes que dicen que el dinero no trae la felicidad, desde mi punto de vista no lo hace, pero si compras cosas que te causan emociones y sentimientos, yo a sinceridad no veo mi vida sin mis pulseras Cartier. El dinero es necesario, amarlo no está bien visto, pero desearlo y trabajar por él es esencial.

Desde que he desarrollado un poco de madurez me he planteado vivir lo más correcto posible y solo lamento haberme dejado llevar, haber roto un código moral de esos qué catapultan cualquier buena conducta; pero es que la circunstancia y el olor a libertad me cegó, ni siquiera pude conciliar respirar profundo y realizar algo menos perjudicial; no, yo opté por probar el desenfreno.

Mi manera de ver todo y hacerlo, mis ganas de hacer crecer el mundo me dieron la habilidad de aprender, de ser curiosa y práctica. No estoy para perder el tiempo sumergiéndome en líos personales.

Además, Kovalov Group es tan suyo como mío, el mantiene el mayor porcentaje de las acciones, pero necesita mi colección, la quiere tanto que se ha vuelto una necesidad para él. No creo que vaya a echar para atrás todo solo, porque ambos tuvimos un affaire. Algo pasajero que pretendo dejar en el pasado, que quiero borrar, pero se cuela en mis recuerdos colocándome un aviso de que será problemático, traerá consecuencias.

Tentaciones Y Deseos ImpurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora