24

1.6K 177 84
                                    

Llegamos.

Mil veces diferente el cambio de clima, nada que ver a Corea, aquí no se respira sometimiento y degradación, hay un toque más a dominación pero nada grave, obvio, aunque está en boca de un gran porcentaje la superioridad cultural y social.

Dahyun fue la coreana “elegida” para pisar estas tierras, miraba hacia todos lados, a lo mejor encontrando diferencias, o buscando similitudes, sintiéndose una intrusa, individualmente sin nada que hacer aquí, ningún motivo por el cual quedarse, pero la  individualidad entre nosotras ya se perdió.

—Escucha, hay algunas cositas que debo dejarte claras.

Un poco desconfiada por lo que le fuera a decir, sin embargo terminó abriendo sus pensamientos recurrentes a mis palabras.

—Primero que nada, deberás olvidar todo lo que sabes, y recuerdas de tu vida en Corea, no te confundas, solo con gente a la que no conoces, abrirte no está en la conversación.

Me duele decir todo esto, yo no sé sí podría fingir ser alguien más, mi extroversión sería un problema, los datos se me escaparían.

—No me malinterpretes, no estoy diciendo que destruyas esa parte de tu historia, solo que la omitas.

Pero esta chica se puede amoldar a cualquier circunstancia que la vida le presente.

—Deberás acostumbrarte a los modismos y palabras que aquí se usan, al “Sana unnie” lo tendremos que extinguir, a partir de ahora soy solo Sana.

—Está bien.

—Casi lo olvido, esta regla es importantísima, jamás, jamás te alejes de mí, no por ahora.

—Posesiva.

—Graciosa. No quieres saber lo que pasaría si te descubren.

—Tengo intriga.

—Prostitución cómo mínimo.

Se calló, la asusté de más, no dije ninguna mentira tampoco.

—Te advertí, oh, también habrá que inventarte un nombre japonés, después pensaremos uno.

—¿Cómo se llama tu abuela?

Cierto, para allí nos dirigíamos, con tanta charla perdí la noción del espacio, total desconcentración prestando atención a un tema distinto.

—Se llama Hiriko.

Le conté lo que tiene que saber sobre ella, su enfermedad terminal, un poco sobre su personalidad, quiero que la conozca en persona y tenga su criterio propio, después de todo convivirán a partir de ahora.

A la distancia se podía observar la gran semi mansión, vecinos de gran porte a los lados, algunos alimañas en sentido de ascenso social, a esos les llamo los nuevos ricos, el resto familias respetadas con años de buena fortuna.

Al fin y al cabo la residencia más segura para estar, los riesgos son casi nulos.

—No te olvides, si alguien te pregunta tú eres mi prima, la hija de mi tío, que vive en Tokio, viniste a quedarte por tiempo ilimitado.

No eran patrañas tampoco, esa rama de mi familia existe, solo que no los veo hace como diez años, puedo inventarle una identidad a Dahyun.

—Entendido, ¿Entonces cómo me llamo?

—¿Qué te parece Dai?

Rió.

—Suena bien.

—Excelente.

Nos abrimos paso por sobre el concreto, hasta la admirable casona, un placer tocar el timbre, fuimos atendidas por una de las criadas.

Culpable de amarte || SaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora