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Unos días atrás...

La lluvia torrencial siguió azotando Seúl, por lo menos una semana duró el agua cayendo del cielo, pero nada iba a detener a aquel hombre, hambriento de destrucción y supremacía, enfermo de venganza.

Los policías llegaron a la casa Minatozaki, no mucho tiempo después de la partida de las dos mujeres, y una de ellas prófuga, cuyo recibidor fue el jefe de la familia, Amida, oyendo sus inquietudes, atento escuchó las palabras de aquellos hombres, reconociendo el nombre de la chica a la que estaban buscando, Kim Dahyun.

Les afirmó que sabía quién era, pero no tenía idea de su paradero, de nada les sirvió esta información a los oficiales, que continuaron tocando puertas.

Amida, arrogante, pensó que esa niña sola no sobreviviría ni un solo día, pero de lo que no tenía idea era que no estaba sola. No fue capaz de unir los puntos, su propia hija la conocía, y la amaba, siendo él totalmente ajeno a eso.

Políticamente incorrecto, un insulto a la moral, eran sus recurrentes pensamientos sobre aquel atroz acto, tampoco era muy común que eso sucediera, sin embargo lo despreciaba, a sus ojos las personas con esa condición, de amar a alguien de su mismo sexo, eran abominaciones, carentes de valores.

El señor notificó de esto a su esposa, la cuál se sorprendió ante la noticia, no esperaba enterarse de algo así, quería avisarle a Sana sobre esa situación, su hija le había hablado sobre Dahyun, la mujer de mediana edad estaba más al tanto sobre las "amistades" de su primogénita.

El otro individuo, ahora solitario no se iba a quedar de brazos cruzados, pasó por los mismos lados que los oficiales, mostrando su fingida desazón, recitando las mismas plegarias a todos los que le abrían la puerta, sin tener suerte.

Hasta que llegó a la última casa por ese día, la misma en la que los policías habían estado el día anterior, la de los únicos japoneses de la zona.

Esta vez lo había atendido la señora Minatozaki, invitándolo a entrar al ver su cara de pobrecito.

—¿En qué puedo ayudarle?

—Estoy buscando a mi prometida, está perdida hace varios días, y no hay rastros de ella.

—¿Es la misma a la que están buscando los policías?

—Kim Dahyun, sí.

—Ayer estuvieron aquí, mi marido me comentó, mi hija, Sana, la conoce, son muy amigas, pero ahora está en Japón, por lo que no puedo preguntarle.

¿Su hija Sana?, pensó, pero si Dahyun no tiene amigas, ¿Acaso lo desobedeció?

—Hola.

Amida hizo acto de presencia, estrechando la mano de Jinyoung.

—Buenos días.

Comentó con un poco de desprecio, su antipatía hacia los nipones seguía intacta.

—Este hombre es el que está buscando a Dahyun, la coreana amiga de Sana.

La señora le dijo a su esposo, quién asintió con la cabeza.

—Así es, y por lo que veo su hija la conoce.

Culpable de amarte || SaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora