Si me permitieran revertir el error, si tan sólo pudiera decirte aquello que mi corazón palpitante suplicaba por confesar, sabrías la razón por la que ahora, querida mía, lees estas letras.
La sangre que tras mi persona cuelga es símbolo de un mal augurio y decisiones equívocas. Si son ciertas tus sentencias, si lo que contaste acongojada mientras las lágrimas rebosaban de tu cálida y, al mismo tiempo, gélida, mirada; entonces me hallo en un absurdo camino a la autodestrucción. Y reflexionando, advertí que soy y siempre seré responsable de tu sufrimiento. No importa la época, no importa el nombre que uses, ni mucho menos cómo nos conocemos; pues la sed insaciable de rencor y venganza jamás perecerá.
En otra ocasión habría sentido orgullo de mis actos, tan cobardes y rastreros; tan macabros y viles... Tan inhumanos. Ahora me abruman demasiadas sensaciones, cientos de ellas, pero sólo logro identificar una: vergüenza. Yo, el hombre más afortunado por poseerte, me comporté del modo menos apropiado. Escribiría hasta el ocaso de cada mísero día una intachable disculpa, una bonita dedicatoria y, remarcando las palabras, diría gracias una vez más.
Has sido la única persona que me ha hecho dudar, la incipiente causa de mi locura y mi cordura. La excepción más certera en este mundo tan pútrido y sombrío.
En algún momento de mi estancia en una ciudad muggle encontré, entre libros de caballería y dramas burlescos sobre éstos, uno en el que la rima hablaba de nosotros.
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Aprendí aquello esperando que mi fuente amarga de conocimiento sobre el amor me permitiera dictaminar que esas experiencias sólo son engaños y patrañas que cuentan para avivar una migaja la desidia que encima de nuestras cabezas vemos. Sin embargo, estuve perdiendo el tiempo en busca de una perfección inexistente. Puedo, después de tu ausencia, comprender el significado y el peso de tu bondad. Y me parece de lo más impactante que te hayas enamorado del único ser que merecía una muerte asegurada.
El remedio que podrá sanar la herida y las cicatrices que mis pasados produjeron en ti no es más que mi final como lord Voldemort.
