Capítulo cuarto

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Lunes 09


5:40

El dichoso despertador hacía su estruendosa aparición durante una nueva mañana dentro de la aún oscura habitación de Park Minhyuk. Apenas si siente sus extremidades y sus parpados se sienten tan pesados como si llevara una semana sin dormir, cuando, en realidad, había dormido unas buenas ocho horas completas. A pesar de eso, él se decide a levantarse para acercarse rápidamente hacía su teléfono y apagar la ensordecedora alarma. No hay peor cosa que despertar con "Boombayah" a todo volumen.

A decir verdad, últimamente Minhyuk se sentía más cansado de lo habitual, cada vez le daban menos ganas de salir de sus sábanas y comenzar un nuevo día. Sin embargo, siempre estaba esa voz en la parte trasera de su cabeza que le recordaba el porqué de lo que hacía. Era el mismo discurso una y otra vez, de cómo él siendo hermano de Moonbin había pasado por alto su infelicidad, volviéndose, en gran parte, responsable por todo lo acontecido. No podía ser egoísta con Moonbin y menos son sus padres, después de todo, ellos heredarían la panadería tarde o temprano, estudiar administración sería mucho más útil que llevar una carrera de danza.

Todo estaría bien ¿no es así? Solo debía resistir tres años más, no había problema. Le iba bien en las asignaturas, todo iba de maravilla y ni si quiera tendría que preocuparse por las pasantías. Después de todo, siempre estuvo más involucrado en el negocio de sus padres a comparación de su hermano mayor. Mientras Minhyuk ayudaba a llevar las cuentas en la caja registradora, Moonbin prefería ayudar en la cocina.

Esto era lo que tenía que hacer, debía ser responsable de su familia.

Ya sintiendo el cuerpo un poco menos cansado, Minhyuk prosiguió a con su rutina diaria. Se dirigió hacia el baño, cepilló sus dientes y, luego de verificar que no hubiera rastros de saliva en su rostro, prosiguió a cambiar su ropa de pijama por unos jeans rasgados junto con una sencilla camiseta. El pronóstico para el clima de su teléfono advertía que sería un día soleado por lo que prescindiría de llevar un abrigo extra por hoy. Luego de darse un rápido vistazo en el espejo de baño, se dirigió a su escritorio, chequeando su horario y cerciorándose de llevar todo lo necesario para el día.

Una vez listo, se coloca la mochila sobre los hombros, desconecta su teléfono celular y busca sus auriculares preferidos sobre la mesita de noche donde siempre suele dejarlos. Normalmente este es el momento en que se los coloca, pero hoy no siente la urgencia de hacerlo. Su mente se siente como entumecida, como si aún estuviese dormido. Bueno, ciertamente eso es mejor que tener a la usual lluvia de pensamientos perforándole el cerebro como dagas.

Baja las escaleras aun pareciéndole todo tan extraño, es decir, todo a su alrededor carecía de color y ese era el principal recordatorio que provocaba los malos pensamientos, llenos de culpa y arrepentimiento, que lo torturaran. La monocromía seguía allí, sin duda alguna, las paredes seguían igual de blancas que siempre, aunque estaba seguro que su verdadero color era otro. Sin embargo, ya serían dos años desde la última vez que vio correctamente los colores, por lo que no podría asegurarlo. Abría días enteros en que se la pasaría mirando todos los alrededores de su propia casa, donde llevaba viviendo toda su vida, tratando de recordar el color de cada objeto y cada pared. Era un tormento constate que intentaba acallar a duras penas con la música de sus auriculares. Pero hoy no.

Cuando Minhyuk llegó al umbral de la cocina se detuvo unos segundos a contemplar a su madre, quien se encontraba de espaldas preparándose el desayuno. Normalmente a estas horas ella se encontraría en el primer piso, muy probablemente terminando de ordenar todo lo necesario para abrir la panadería. Al parecer, hoy había decidido ser más flexible.

P A I N T《 Y.S.H. + P.M.H.》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora