Capitulo 10

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PRESENTE

Narra Sujeto Nueve.

Estábamos en el bosque, los árboles crujían, bailaban, danzaban, las ramas de los árboles creaban un sonido hermoso, las luciérnagas parecían pequeñas estrellas en el suelo.

Estábamos tratando de parar la sangre, no dolía mucho pero se podía infectar.

- ¿Alguien tiene una idea? - les pregunto y dieciséis me responde.

- Solo se me ocurre cerrar la herida saturando - dice y lo miró fijamente.

Saturar, no es tan mala idea.

- ¿Quien tiene el cuchillo? - les pregunto a todos y dos me lo entrega.

Logro prender una pequeña fogata usando el cuchillo y otra roca, no es un fuego muy grande.

Pasó el cuchillo en las llamas y cuando creo que esta lo suficiente caliente la pego en la herida, ahogó un pequeño grito en mi garganta, quitó el cuchillo alcanzando a ver que el sangrado se detuvo y la carne está un poco quemada.

Le doy el cuchillo a diecinueve y ella hace lo mismo pero con un poco más de cuidado.

Todos hacemos lo mismo, quemar nuestra carne para que la herida no sangre.

Apagamos el fuego aventandole tierra y nos levantamos.

- Debemos irnos - dice trece y empezamos a caminar, puede que tardemos mucho en llegar a la civilización.

- ¿No les parece que ser llamados por números es molesto? - pregunta veintiuno y asiento al igual que los demás.

- ¿Cómo quieres llamarte? - le pregunta tres y ella piensa.

- Carolina - dice al fin y su gemela sonríe.

- Entonces yo me quiero llamar Caroline - dice divertida y sonrió, casi nunca sonreímos, nos robaron las sonrisas.

- Yo quiero ser Andrea - dice dos y asentimos.

- Yo Jayden - dice trece.

- Yo Anne - les digo dejándolos mudos, de esa forma me llamaba el doctor Orwell, lo matare usando ese nombre.

- Yo Marcos - dice dieciocho.

- Yo Daniel - dice tres.

- Yo Tessa - dice doce.

- Yo Raquel - dice diecinueve.

- Yo Sofia - dice once.

- Yo Nathaniel - dice cinco.

- Yo Benjamin - dice dieciséis.

- Yo Sarah - dice catorce.

- Yo Tobías - dice siete.

Supongo que sera un poco difícil acostumbrarse a los nuevos nombres.

Pasamos horas corriendo, si caminamos nos atraparan y gracias a ellos podemos correr por mucho tiempo.

Después de mucho rato nos detenemos a caminar un poco frente a dos árboles torcidos.

No tenemos mochilas, comida, ropa, agua, nada, pero no importa, no necesitamos nada de eso.

Cuando cae la noche dormimos un rato turnandonos para hacer guardias, al ser trece ninguno se queda por más de media hora despierto.

Mi turno llega y al ser despertada me recuesto en el árbol torcido a revisar que no nos lleguen por sorpresa, deben de estar buscándonos.

Termina mi turno pero me quedo despierta, no tengo sueño, nos acostumbraron a trabajar mucho y descansar poco.

- Dime Nuev...Anne ¿que opinas de lo que está pasando? - me pregunta Daniel tratando de no equivocarse y llamarme Nueve.

- No opino nada, era algo que tarde o temprano pasaría - le hago saber y él rueda los ojos.

- Los odio - me dice observando al frente y asiento.

- Todos los odiamos - le digo antes de cruzarme de brazos - el problema seria que no los odiaramos, significa que nos terminaron de arrancar todo lo que somos, por ahora al menos nos queda una pizca de quien somos - le digo y este asiente pensativo.

- Una pizca muy pequeña - agrega y lo miro a los ojos.

- Demasiado pequeña - termino por decir y él cierra sus ojos color café por un momento.

El va a decir algo pero somos interrumpidos por el sonido de unos neumáticos contra el suelo.

Están aquí.

- ¡Despierten! - les grito y ellos se levantan rápidamente, al darse cuenta de lo que ocurre se acercan a mi y nos vamos corriendo.

Corremos lo más rápido que podemos pero se acercan más rápido de lo normal, me termino lastimando la herida y caigo al suelo.

Me levanto rápidamente pero me lanzan algo que electrocuta todo mi cuerpo dejándome estática.

Duele, duele de la misma forma que mi pierna cuando los doctores apretaron el botón, me están lastimando.

Sofía corre hacia mi y trata de ayudarme, sin embargo al tocarme la electricidad toca también su cuerpo.

LLegan a nosotras y cuando están muy cerca dejan de electrocutarnos para agarrarnos de forma que no escapemos.

Pero me dolio mucho y cuando termina caigo al suelo acompañada de Sofía.

- No les digas nada - le advierto justo antes de que inyecten algo en nuestros cuellos y perdamos la conciencia.

En multimedia como me imagino al sujeto tres que desde ahora será conocido como Daniel.

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