Capítulo 11

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Narra Annie

Despierto.

Observo los alrededores.

Una habitación, una cama, una maquina que mide mi ritmo cardiaco, tres paredes, un espejo gigante cubriendo una pared.

Nada más.

Era todo lo que había, mi bata ahora era otra, una mas limpia, mi pierna estaba vendada, mi cabello suelto, siempre estaba suelto, mis manos y piernas estaban atadas a la camilla.

Detrás del espejo es donde estaban.

No era ilusa, había estado en situaciones parecidas miles de veces, ellos me miraban, me estudiaban, pero yo tambien los veia.

Puede que no con los ojos, pero alcanzaba a ver sus sombras, escuchaba sus movimientos, sus respiraciones.

Alguien venía.

Dirigí mi mirada a la puerta antes de que fuera abierta, no podía moverme mucho a causa de las sogas que me ataban a la camilla.

O al menos era lo que ellos pensaban, si quisiera podía romperle el cuello al sujeto que acababa de entrar al lugar pero eso no lo sabían.

El sujeto se acercó hasta quedar solo a unos cuantos metros de mi y cerca de la puerta.

Al menos no era tan idiota como parecía.

- ¿Que edad tienes? - pregunta, no le conteste, no tenía porqué hablar, me limité a mirarlo, sus ojos profundos, el inicio de una barba en su mentón, sus ojeras, sus manos grandes y gruesas, su postura, pero sobre todo miraba el arma que sostenía en su cintura.

Eso no lo salvaría de mi, pero todos sabemos que una arma me seria de mucha utilidad para escapar, no la necesitaba pero haría todo mucho más fácil.

- ¿Cómo te llamas? - intenta de nuevo pero volví a ignorarlo, él no tenía porque saber absolutamente nada de mi.

Podía escucharlos, detrás del espejo, revisando cada cámara para monitorear mis reacciones, no les daría el gusto de descifrarme, yo no tenía reacciones.

- ¿Al menos me dirás como te sientes? - cuestiona, no le presto atención y regreso mi vista al espejo, observando a la doctora detrás de este, si, puedo verla.

Está asustada, me teme, debería temerme.

- ¿No te interesa ni saber como esta tu amiga? - quiere saber pero no hablo.

Para esto fui entrenada.

Para no dar información a nadie, para no sentir nada por los demás.

Absolutamente nada.

Ni miedo.

Ni amor.

Ni Alegría.

Ni nervios.

Ni preocupación.

Nada.

Ella no me interesa, no lo suficiente como para abrir la boca.

Además, no tengo porque preocuparme por ella, la conozco, no me necesita, no se preocupa por mi, es lo suficiente capaz como para salvarse a sí misma.

No sentimos mortificación por nadie.

Simplemente no sentimos.

- ¿Te comió la lengua el ratón? ¿Por qué no hablas? - interroga, escucha una silla chirriar por el movimiento detrás del espejo y después la puerta se abre y un hombre entra por esta.

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⏰ Última actualización: Sep 22, 2020 ⏰

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