Empresa Mendoza..
Isabel por fin se había divorciado de ese hombre, y Clara en lo personal sentía un gran alivio. Germán nunca le gustó para su hermana, había algo en él que le daba mala espina, y su intuición resultó ser certera.
Llegando a la empresa fue directamente a la oficina de dirección, con gran gusto a encargarse de ese último pendiente que Isabel le dejó.
"Esperó ya tengas todo listo para marcharte de una buena vez de aquí." Dijo al entrar, cruzando sus brazos. "Isabel ya firmó los papeles de divorcio y no te quiere ver en la empresa cuando regrese."
Germán alzó su fría mirada, se encontraba terminando de empacar sus cosas personales en una caja para desocupar su antigua oficina. Con el divorcio finalizado, ya no tenía lugar en el negocio familiar.
"Si, si, ya me voy. Pero esto no termina así. Voy a lograr que Isabel me perdone y regresaré al lugar que me corresponde." Respondió con coraje.
"Lo dudo mucho. Mi hermana no va perdonar que la hayas engañado. Mejor ya termina de largarte, ¿si?, o llamaré a seguridad para que te saquen a patadas de la empresa." Salió de ahí azotando la puerta.
Germán aún no concebía haber sido tan estupido como para ser descubierto aquella vez. Después de varios años de haberle sido infiel a Isabel se había descuidado, y ahora estaba perdiendo todo. Su puesto en la empresa de Isabel, y ese matrimonio que parecía perfecto ante la sociedad. Aunque era una mujer hermosa, nunca la había amado y solo se casó por interés. Pero para suerte de Isabel su padre había insistido que se casaran por bienes separados y así fue que sucedió.
Germán terminó de empacar sus cosas, dio una última mirada a su alrededor y se marchó de ese lugar.
Café Destino..
Isabel y Edgar llegaron al pequeño café enfrente del parque, se sentaron y pidieron algo ligero para desayunar.
"Espero no ser imprudente, usted dijo que habían sido difíciles estos últimos días ¿Le puedo preguntar por qué?" Pregunto Edgar mirándola atento.
"Oh, eso" Isabel tomó de su café.
Estudiaba el rostro de aquel hombre por un par de minutos, decidiendo si contarle o no. Finalmente decidió que sí, lo acababa de conocer, pero se había portado muy amable con ella y sin saber por qué le inspiraba confianza.
"Hoy se finalizaron los trámites de mi divorcio. Mi matrimonio terminó." Dijo Isabel poniendo su café en la mesa y bajando la mirada.
"Lo siento. Ha de haber sido muy duro para usted." Contestó Edgar sincero.
"Sí, no fue fácil conseguir que Germán firmara los papeles. Estuvimos casados por muchos años, pero esto fue lo mejor que me pudo haber pasado, me quitó la venda de los ojos que me había cegado a la realidad." suspiró. "Mejor cambiemos de tema, cuénteme de usted ¿tiene esposa, hijos?"
Edgar tenía curiosidad de saber que había pasado, como alguien podía haberle hecho daño y dejar ir a esa bella dama sentada en frente de él.
"Tengo un hermoso hijo llamado Ángel de seis años que es mi adoración. Pero esposa no tengo... la mamá de Angelito falleció cuando él era apenas un bebé."
"Ay discúlpeme, lo siento tanto.."
"No se preocupe. Fue doloroso, pero salimos adelante. Mi nana ha sido un gran apoyo para nosotros durante todo este tiempo."
"¿Nunca pensó en casarse de nuevo?" Preguntó curiosa
"Lo pensé varias veces, por Ángel principalmente, para darle una figura materna." Sonrió levemente. "Pero no creo volverme a enamorar, y un matrimonio sin amor no es la solución. Tarde o temprano lo sentiría él, y nadie sería feliz. Si me volviera a casar tendría que ser por amor verdadero y con alguien quien también quiera a mi hijo."Edgar no podía dejar de admirar a esa bella mujer, la profundidad de esos ojos verdes lo tenían cautivado. "Seguramente he de sonar muy cursi ¿no?"
"No, es admirable Edgar, no muchos piensan de esa manera."
Ambos sonrieron, Isabel empezando a sentir cierta atracción hacia él. Nunca había escuchado a un hombre expresarse así del amor y se notaba que era un gran padre con su hijo. Tan distinto a Germán... Isabel negó y trató de sacar esos pensamientos de su mente, se había prometido a ella misma no fijarse en nadie, y cerrar su corazón al amor.
Pero.. los dos se llevaban tan bien. Se les fue la mañana rápido platicando y conociéndose más. Todo era natural, fácil, sin esfuerzos, como si se conocieran de toda la vida. Al darse cuenta de la hora Isabel decidió que era tiempo de regresar a su casa. Edgar tan caballeroso la acompañó hasta donde tenía estacionado su coche.
"Muchas gracias por todo Edgar, es usted muy amable y la platica me ayudo mucho." Dijo Isabel mientras buscaba algo en su cartera.
"De nada, fue un placer Isabel. Si le parece, lo del café lo podríamos repetir, me gustaría ser su amigo, conocernos más." Contestó Edgar, con la esperanza de que esa bella rubia aceptara y así poder volverla a ver.
Isabel encontró sus llaves y alzó la mirada algo sorprendida.
"¿Amigos?" Sonrío. "Me gusta la idea. Entonces como amigos hay que tutearnos ¿no te parece?"
"Me parece perfecto. Entonces espero volvernos a ver pronto amiga."
"Dalo por hecho amigo. Toma," Le dio una tarjeta con sus datos que había sacado de su bolsa. "Entonces estamos en contacto para ese segundo café. Nos vemos Edgar." Con una dulce sonrisa Isabel se acercó, dejándole un beso en la mejilla, y se subió a su auto marchándose de ahí.
Edgar se quedó inmóvil por un momento, su mano sobre su mejilla donde los labios de Isabel habían rosado y una gran sonrisa en su rostro.
Empezó a caminar hacia su auto y volteó la tarjeta que le dio Isabel. Al ver la información que contenía quedó totalmente sorprendido.
Era una señal del destino que esa mujer sería alguien especial en su vida, y ese encuentro de hoy era más que una coincidencia.
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𝓘𝓷𝓮𝓼𝓹𝓮𝓻𝓪𝓭𝓸
RomanceEl destino confabula de extrañas maneras. Lo INESPERADO sucede, y el amor puro, verdadero, llega a cambiar el rumbo de sus vidas. Isabel y Edgar descubren que las heridas sanan y el amor todo lo puede.