Abrirse a algo nuevo

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Vi a un hombre de pelo castaño, tocando la guitarra de color negro, era acústica. Se veía serio, reservado, podía sentir una vibra oscura en él, pero era tristeza, como si algo se hubiese apagado en su corazón, como si estuviera quebrado por dentro. Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no me había percatado de que aquel hombre me observaba fijamente.

-Hey...tú, ¿Qué me vez?.- me sorprendió oir su voz, era gruesa, con un acento mexicano bien marcado.

-Oh...disculpe, yo sólo bajé a ver quién era que tocaba ese arpegio y..-intenté explicarle y disculparme de paso.

-No me trates de usted, acabo de cumplir hace poco los cuarenta y ya me siento de más. -rió levemente al decir eso, no fue la gran cosa, sin embargo, se sintió como un toque directo al corazón, realmente se sintió inefable.

-Okay, entonces...creo que debería presentarme, me llamo Esmeralda y vivo en el piso de arriba, al lado.- le señalé.- y...bajé a ver quién tocaba la guitarra.

-Vaya...nunca habías visto a alguien tocar una,¿o qué?.-ese comentario sarcástico de su parte me hizo reir un poco y a la vez pensar de que mi presencia le molestaba.

-No es eso.-traté de sonar seria pero mi voz claramente me delataba-

-Bueno pues..., también tengo modales, digo, no quiero que pienses que soy un mal vecino o algo.- levantó un poco más la vista y yo me acerqué hasta estar frente a él.

-Bien, entonces preséntese o presentate- dudaba de qué forma referirme a él.

-Me llamo José Madero, y tu nombre es muy lindo Esmeralda.-sonrió tímidamente al confesar eso.

-Mucho gusto José, y gracias por el cumplido.- intenté no sonrojarme y sólo sonreí como de costumbre.

-Para ser honesto, diría el gusto es mío..., sin embargo, no soy tan sociable.-bajó su mirada de vuelta a la guitarra y tocó un Re.

-Oh...okay, por mi parte yo sí estoy feliz de conocerte- hablé con absoluta sinceridad, el hombre me parecía interesante.

Una vez más, dejó de tocar y me miró a los ojos, podría jurar que mi mundo se detuvo por un segundo, cuando nuestros ojos se juntaron, hasta que desvíe la mirada.

-Permiteme decirte que tienes unos ojos deslumbrantes, tan brillantes y oscuros como la noche...-dijo eso empezando de un tono normal hasta convertirse en un susurro.

-Otra vez gracias.- sonreí esta vez de forma simple.

Él lo notó, su mirada se volvió un tanto seria, se acomodó en su silla y dejó la guitarra en el piso.

Mi vecino el misterioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora