Entrar en ti

20 1 0
                                    

-¿Qué te parece si pasas a mi pequeño balcón?, digo...para hablar mejor, si es que te interesa.- su voz sonaba fria, casi indiferente.

-Claro, permiso.-me abrió la reja de la esquina de su balcón para que pasara. Miré hacia arriba, fue entonces cuando noté que era un hombre bastante alto, y apuesto, no podía negarlo, aunque pensara tal cosa, debía tenerle respeto.

Fue a traer una silla pequeña para que me sentara, la dejó a excasos metros de mí, y tomé asiento.

-Bien, ¿Estudias o algo?.-se acomodó de piernas cruzadas.

-Trabajo en una librería en el centro.-me acomodé un mechón detrás de la oreja, gesto que él notó.

-Interesante, me fascinan los libros sobretodo los de Stephen king.-habló con un leve entusiasmo.

-Vaya...que buen gusto tienes, me pregunto que música te gustará.- reí de manera suave.

-Veamos..., me gusta Alice cooper, Poison y los clásicos del rock, ya sabes...cosas de los viejos cuarentones de la actualidad.- habló con resignación.

-¿Tienes cuarenta en serio?, pero si pareces de unos veintiocho- dije incrédula al oirle confesar su edad.

-Si, es difícil de creer...pero los cumplí hace unos días. Aunque si digo que tengo veintiocho...pues no hay bronca, ¿no?.- soltó una risa tan pura de alegría, simplemente podía contemplar esa imagen con total atención.

-No...-susurré.

-Ah pues entonces...a sentirse joven, pss..¿a poco no?.- enarcó ambas cejas.

-Pues...claro, supongo que te vez bastante bien...ay- quería que lo que dije no sonara de coqueteo, y me falló el halago.

-¿Eso crees?- se acercó más a mí sonriendo dulcemente.

-Sí...- bajé la mirada a mis vans negras, moviéndolas algo torpe.

-Gracias por tu comentario, lo valoro, no se demuestra mucho, sin embargo, lo hago.- vi su mano acercarse a la mía y apartarse de imprevisto.

Ese momento incómodo duró unos diez minutos aproximadamente, hasta que decidí decir algo.

-Creo que ya debería irme, es un poco tarde y hace frío.- claramente era un excusa para irme, se notaba de lejos, pero obviamente, él tampoco sabía que decir o como actuar.

-Por supuesto, si quieres...puedo acompañarte a tu puerta.- intentó no sonar nervioso, dando pasos torpes al salir del balcón junto a mí.

-Bien.- dije, y caminamos juntos dando vuelta la esquina, sumergiéndonos en una oscuridad sofocante.

Subimos las escaleras, al llegar miró sus zapatos y luego levantó la vista para observarme fijamente, podía sentir un brillo en su mirada, a pesar de todas esas señales no podía, no debía, no...hay que mantener la compostura.

-Pues bueno, hasta aquí te dejo, ¿no?- observó la puerta en un vistazo rápido y volvió a mirarme.

-Si, gracias por la noche, digo...fue agradable conocerte.- sonreí entre nervios.

-Pss...si, de nada...supongo.- parecía que se fuera acercar a mí, sin embargo, bajó su mirada y se fue diciendo Descansa, que tengas buena noche.

Mi vecino el misterioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora