Parte 2

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Cuando sus padres llegaron del trabajo, ella les esperaba con la cena hecha, había hecho algo rápido y sencillo, una ensalada y un poco de carne a la parrilla, sus padres la miraban atónitos, pero al momento supieron que tenían algo que celebrar, aunque para ellos esa celebración significaba una despedida dolorosa. Era su única hija, y esa cena significaba que se marchaba.

has aprobado... ¿verdad? -exclamó su madre sonriendo y abrazándola

Si... quería hacer una cena para celebrarlo

Eso es maravilloso hija, aunque eso implique despedirnos... -le cogía la cara mirándola a los ojos – ese brillo en tus ojos es nuevo, y me hace muy feliz. -dijo su padre

Cenaron los tres muy felices, Clarke les contaba como le había ido la prueba, que le habían preguntado, sobretodo con su madre, que era una cirujana de cardiología de mucho prestigio en la ciudad de Madrid, y siempre le había fascinado que su hija se hubiese decantado por la enfermería, siempre hablaba orgullosa de que su hija se hubiese decantado por la profesión que se lleva los palos del día a día, mientras que los médicos las medallas y los premios. La consideraba un ejemplo a seguir, ya no solo por la gran labor poco valorada que hacía en su trabajo, sino sobretodo por la pasión que le dedicaba.

Días antes de irse, Clarke junto a sus padres fueron a ver a su abuela materna, quien vivía en las afueras de Madrid, junto a su marido había trabajado como médico, de hecho su madre siempre dice que el motivo que la había llevado a estudiar medicina era que de pequeña vio a su padre salvarle la vida a un hombre en la calle, y ese hecho le había marcado por el resto de su vida. Desgraciadamente su padre falleció pocos años antes de jubilarse a causa de un ataque cardíaco, por cosas de la vida falleció bajo el mismo mal que tuvo aquel hombre que el había salvado frente a su hija pequeña.

Su abuela sabía que ella se iba a Australia por que se lo había contado por teléfono, aquella visita era una promesa entre nieta y abuela, tenían que tomarse un té londinense en la terraza que la había visto crecer, y después podría irse. Pasó la tarde muy rápido, recordaron anécdotas de cuando era pequeña, de su abuelo, de su madre, la sonrisa de Clarke no podía borrarse en ese momento, y estaba tan agradecida por tener la familia que tenía.

Ella siempre había sido una chica muy familiar, los fines de semana eran sagrados para pasar con la familia, sobretodo los domingos, quedaban en casa de sus abuelos y comían la típica paella del país. Si de por si era una chica muy cercana, pero a la vez no era muy abierta respecto a sus sentimientos, de hecho, en el fondo pensaba que esa poca capacidad de expresar sus sentimientos es lo que la había llevado a esa situación de ahogo y la necesidad de cambiar de aires.

El día había llegado, trece de abril de aquel año era el día que marchaba a una nueva vida, a un sin fin de experiencias, tenía sentimientos encontrados, por un lado sabía que echaría de menos su vida en aquella ciudad que le había visto crecer, pero por otro lado la ilusión le llenaba el alma.

El vuelo salía a las nueve de la mañana, hacia escala en Daqar y en total eran casi veintidós horas de vuelo, una completa locura, pero estaba feliz, sabía que le deparaba un mundo totalmente nuevo, y estaba dispuesta a descubrirlo.

La despedida con sus padres había sido dura, los tres no podían parar de llorar, pero sabían que se verían, tenían la tecnología y siempre podían viajar, no era un para siempre, pero aun así despedirte de la familia no te deja un sabor dulce.

*Informamos a los pasajeros del vuelo destino a Sidney que en breves momentos empezaremos a embarcar"

Ante ese aviso se tuvo que dar prisa, sus padres le desearon mucha suerte y puso rumbo hacia su destino. Pasó el control y fue en dirección a la terminal D del aeropuerto Madrid-Barajas Adolfo Suárez, cuando llegó pudo ver que había bastantes personas haciendo cola, se armó de paciencia y siguió a los demás, después de 45 minutos entregaba su pasaporte y el billete del avión. Al entrar en el avión se sorprendió, era un avión mucho más grande que los que ella había usado en otras ocasiones, tenía dos plantas, y en cada planta cabían unas 150 personas, buscó su asiento, colocó su bolso y se sentó. Aprovechó cuando estuvo sentada en el avión para mandarle un mensaje a sus padres y a sus dos mejores amigas, que tenían un grupo de whatsapp las tres.

A RAS DE TUS LABIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora