Parte 3

521 59 5
                                    


Al día siguiente se levantó pronto, a las nueve de la mañana, había quedado con el director del hospital para ir a visitar el sitio y conocer a los compañeros, y para conocer el propio hospital. Estaba nerviosa, se pasó más de veinte minutos delante del espejo probándose diferentes conjuntos de ropa, al final optó por unos vaqueros ajustados y una camisa fina perfecta para el clima de la zona que a pesar de ser invierno ese día hacía sol, cogió una chaqueta por si acaso cambiaba el tiempo a lo largo de la mañana.

Puso el GPS con el móvil para encontrar la parada de metro más cercana, más o menos ya sabía donde quedaba, ya que se había estudiado la zona días antes de venir. Llegó a la parada en pocos minutos, no había mucha gente, se colocó los auriculares inalámbricos y se puso música mientras esperaba.

El viaje en metro le pasó rápido, al llegar al hospital quedó sin palabras, era tres veces más grande que el hospital donde trabajaba en Madrid.


Al entrar, vio la zona de recepción, era muy grande, había a su izquierda una sala de espera con unas cuarenta sillas, había bastante gente, y a la derecha una entrada que ponía "urgencias"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al entrar, vio la zona de recepción, era muy grande, había a su izquierda una sala de espera con unas cuarenta sillas, había bastante gente, y a la derecha una entrada que ponía "urgencias". Se acercó a la recepción, había una mujer mayor, de piel oscura.

Clarke: Hola, buenos días, estoy buscando al Dr. Kane, había quedado con el – dijo

mmm tu debes ser la señorita Griffin... ¿verdad? - la rubia asintió – soy Indra, encantada – y se levantó para tenderle la mano, a partir de hoy todo lo que necesites saber, aquí me podrás encontrar – dijo mientras se volvía a sentar y le regala una sonrisa – espera en las sillas de ahí que ahora le aviso, te estábamos esperando.

Después de unos minutos apareció un hombre bastante alto, pelo castaño con algunas canas ya presentes y una barba que llamaba la atención, desde lejos la miró con una sonrisa y ese acto llenó de calma a Clarke.

Kane: Hola Srta Griffin. ¿Como ha ido el viaje?

Clarke: muy bien Dr. Kane, algo largo... pero estoy muy contenta, de verdad que si.

Kane: Puedes llamarme Marcus o kane, aquí me dicen Kane los compañeros. Es un placer tenerte aquí. Ven, vamos a mi despacho y hablaremos sobre la unidad en la que quieres trabajar. ¿Has pensado en las opciones que te di por e-mail?

Clarke: si... de hecho, ya me he decidido- dijo con una sonrisa

Kane: Pues ahora me cuentas – le dijo con una sonrisa y pasando una mano por detrás de la cabeza y acercándola hacia su cuerpo – tienes casi la edad de mi hija, estoy muy contento de recibir a alguien de tu edad, con tu experiencia y tus ganas.

Clarke sorprendida ante aquel gesto, y a su vez lo agradeció, se sentía muy bien acogida, y sobretodo valorada a nivel profesional. En España no era así, ser enfermera implicaba estar abajo, ni tus superiores ni siquiera la sociedad te valoraba, en cambio en ese país desde el minuto uno le habían hecho sentir que valía, que su capacidad era necesaria y sobretodo que podía aportar grandes cosas.

A RAS DE TUS LABIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora