Capítulo 3. El primate más fuerte

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Le echaron el líquido al chico antes de que aparecieran los leones pero eran muy rápidos, ya los habían rodeado. Uta se ocultó detrás de Senku aferrándose a su espalda, su cuerpo temblaba y su palpitar estaba descontrolado al igual que su respirar, incluso las lágrimas ya cubrían su rostro... Para su suerte, escucharon como se agrietaba la estatua dejando ver uno de los ojos de aquel joven.

—Lo siento, seguro no sabes que pasa tras miles de años. —hablo Taiju.

—¿Situación? —pregunto el chico.

Senku le informo rápido diciendo que su cuerpo está cubierto de mineral, y que hay leones de las nueve a las dos en punto.

En cuestión de segundos rompió aquel mineral arrojándoselo a los leones y de un solo golpe noqueo al macho, las hembras se retiraron, una vez se fueron, declaro que podían explicarle luego todo lo que pasaba y les prometió una cosa, no volverían a estar en peligro. Desde ahora pelearía por ellos.

—¡Es genial, chicos!¡La humanidad tiene los tres mosqueteros, bueno, cuatro en nuestro caso, con inteligencia, corazón, fuerza y poder! —Se emociono Taiju.

—¿Ya no hay peligro? —pregunto en voz baja y quebradiza, seguía ocultando su cara en la espalda de Senku, por esa razón no vio nada de lo que hizo Tsukasa.

—Eso veo. Pero este tipo es demasiado fuerte. —primero respondió a su amigo—. Tranquila, Musa. Ya pasó. —La tomo de sus manos que seguían alrededor de su estomago, podía sentir su espalda húmeda por las lágrimas de Uta, la cual soltó un suspiro de alivio al escuchar esas palabras, aunque aún no quería soltar a Senku.

—¿Eso es malo? ¿No es bueno tener a alguien de confianza? —preguntó el castaño.

—¿Y si resulta ser un burócrata malvado con una codicia insaciable? —Dirigió su mirada al hombre—. Pudo vencer a un león con las manos desnudas. En un mundo sin armas, será imparable al diez mil millones por ciento.

—Suena a una película. —Opino la chica, controlando su respiración.

—No puede ser, no podemos permitirlo. —Exclamo Taiju luego de que algo paso por su mente.

Su conversación fue interrumpida por Tsukasa, preguntando si tenían alguna herramienta para cortar, ya sea un cuchillo o algo de piedra filoso, antes su pregunta Taiju le cuestiono si se lo iba a comer, siendo respondido por Senku afirmando que no es venenoso pero si duro, con olor a amoniaco y sabor horrible

—¿Lo has probado antes?—pregunto Taiju.

—Cuando fui a África a estudiar el ébola. —explico.

—¿¡Qué clase de estudiante eres!?

—Uno que sabe muchas cosas. —dijo Uta.

—Aunque fuera en defensa propia, lo mate con mis propias manos. Quiero agradecer al circulo de la vida aprovechándolo todo, nada más. —Aquel joven de cabellos largos miro a Senku y Taiju.

Eso basto para que Taiju lo viera como una muy buena persona, por otro lado, Senku no confiaba del todo de él y en cuanto a Uta, también le agradaba. Gracias a Tsukasa pudieron regresar al campamento, el último mencionado se impresiono por lo que tenían.

—¿Hasta cuando estarás pegada a mi? Te lo dije, ya no hay peligro. —Soltó un suspiro—. Deberías hacer algo con tu facilidad de asustarte... bueno, en este caso es comprensible.

Tsukasa miro a Senku, específicamente, a su espalda, notando hasta apenas un cuerpo más pequeño, delicado y contorneado aferrado al científico, la espalda de esa mujer estaba descubierta dejando a la vista unos círculos extraños conectados por líneas quebradizas en el omóplato izquierdo. Ese peinado elegante, el cual era un moño con una trenza, se le hacia familiar.

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