Capítulo 10. Un platillo

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Los cuatro chicos seguían buscando en el rio, les tomaría todo el día y no podían pedir ayuda a la aldea por ser hechiceros extraños, entonces, Senku vio una sandía flotando en el agua en la cual salió una pequeña niña. Kohaku la reconoció como Suika y le pregunto que que hacía ahí, la niña con la mascara de sandía mostro una de las rocas que estaban recolectando.

—Siempre lleva una sandía encima.

Les informo Chrome que unos segundos después grito que se llevaba su imán y se lo quito.

—No le grites, Chrome. —Se acerco a la niña y se hinco para estar a su altura—. Mucho gusto, linda. Mi nombre es Uta.

La rodeo con sus brazos a la vez que Suika puso sus manos en el rostro de la pelinegra diciendo que era bonita, Uta le agradeció el elogio y le dijo que ella también era muy linda y tierna. La pequeña les dijo que quería ayudarlos, nunca puede hacer nada útil porque tiene la sandía en su cabeza y que seguro no cambiaría cuando crezca, iba a seguir hablando pero Senku la interrumpió sin mostrar interés con lo que dice, por un momento Suika se sintió mal, sin embargo, Senku le agradeció, el reino científico no ignora a nadie, que hasta un gato sería útil. Con una sonrisa se acerco a ella y le dio una de las piedras que encontró diciendo que una enana como ella sería diez mil millones de veces mejor en eso, al final le dijo que se lo encargaba y continuó con la búsqueda, Uta la soltó para ayudar a su amigo. 

Suika dijo al aire que eran las primeras personas que no pensaron en preguntarle por que usaba la sandía, que debieron pensar que no quiere mostrar su cara y son amables, aún lado suyo, Kohaku comento que no entiende a Senku, que se hace ilusiones, en cuanto a Chrome, dijo que eso si podía pensar Uta pero a Senku no le importa como se vea mientras sea útil. Sin prestarles mucha atención exclamo que conseguiría mucha arena de hierro antes de meterse al agua con rapidez. Uta y Senku escucharon a Chrome gritar algo de Momotaro provocando que detuvieran sus acciones para preguntarles que no conocían Dragon Quest o Monster Hunter, pero si Momotaro, la siguiente pregunta fue quien les contó eso siendo Ruri la respuesta.

—Ahora que lo pienso, ¿cómo saben de los gorilas? ¿Hay por aquí?

Cuestiono Senku, la rubia dijo que nunca ha visto uno, siguieron explicándole a Senku y Uta que había un oso, un león, un gorila y un cocodrilo, dejando a ambos chicos confundidos, no tardaron en pensar que se trataba de una historia con moraleja para cuidarse de los animales, Kohaku les dijo que su hermana le enseño las palabras complicadas, también algo de la palabra Musa, estaban confundidos de que alguien, que no fuera de su época, supiera esas cosas.

—Empieza a interesarme esa chica.  —Confeso Senku.

—¿Eh? E-espera... ¿Estás diciendo que te gusta Ruri sin siquiera conocerla? —Uta pregunto con confusión pues el chico nunca mostro interés en alguien. 

—¿Cómo que te interesa? ¿A que te refieres, Senku? —Esta vez pregunto Chrome.

Kohaku le dijo algo al oído y de la nada el científico puso una mirada divertida, lo único que escucharon Chrome, Uta y Suika fue la palabra niño, de ahí en fuera no sabían de que hablaban, eso si, Senku admitió en su interior que le parecía más interesante Uta que cualquier otra chica. Una vez reunieron bastante del material volvieron a la choza con su nueva amiga, Suika. Senku les dijo que la arena negra se convertiría en hierro mezclando cuatro partes de arena de hierro y una de carbón y hornearlo, no obstante, pese a sonar fácil no lo era, explicándoles que no era como hacer vasijas de arcilla. Lo más que se consigue quemando madera eran 700 grados pero para convertir la arena en hierro se necesitaba 1500 grados, debían de soplar.

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