ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴠɪ: ᴘᴜᴇᴅᴏ ᴇsᴄᴜᴄʜᴀʀʟᴏ.

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«¡Carajo!»


Me sorprendí cuando me he levantado, estaba acostado en mi recámara y mi chocolatada estaba en mi mesa de luz. Sentía un dolor en mi cuello, así que me levanté rápidamente y me dirigí al espejo que tengo colgado en la puerta de mi cuarto: tenía una gran mordida implantada en el lado derecho de mi cuello. ¿Acaso fue Jonz quien me mordió? Me dolía demasiado, tenía un círculo que estaba dibujado por profundos puntos en donde salía sangre en cada uno de ellos. Fui hasta mi mesa de luz y, del cajón, saqué una caja de curitas. Agarré cuatro de ellas y les quité el papel que tenía pegado, colocándome así dos de ellas en la parte superior de mi cuello y, las otras dos, en la parte inferior. No sé qué significaba esta mordida, pero algo malo estaba pasando. Ya sabía más o menos significaba esta marca, no era la primera vez que Jonz me mordía en el cuello. Puedo suponer que sólo significa una cosa: aquel ente u otro ser paranormal querrá matarme. No puede ser que esté pasando esto, sólo... Debo despejarme un momento.


«¿Cómo puede estar pasando esto? ¿Quién querrá matarme?»


Observé el reloj de mi mesita de luz, eran las ocho y media de la mañana. Abrí la puerta de mi cuarto y salí de allí, bajando por las escaleras hasta terminar en el comedor. Miré a mi padre y hermano menor, que estaban desayunando en el comedor. Hoy era Lunes, mi hermanito tendrá que ir a la escuela. Me dirigí hacia la cocina y tomé una pequeña botella de zumo de calabaza, abriéndola para luego darle un sorbo. Cuando estaba directo por ir a la puerta, algo apareció en la sala de estar. Una figura completamente negra, era la misma que había visto ayer. Estaba allí, mirándome. Con mi mano libre señalé el lugar donde se encontraba la figura, mientras que mi padre reposaba su mirada allí. Lo notaba confundido, ¿acaso no lo estaba viendo? ¿Por qué no lo veía y yo sí? Suspiré algo desanimado, no entendía la razón por la cual no veía a Jonz. No entiendo por qué solamente era visible para mí y nada más, si podía tocar perfectamente su físico.


Dejé el zumo de calabaza encima de la mesa que estaba en el comedor, mientras me dirigía hacia la sala de estar. Mi padre trataba de decirme algo, yo no lo oía. Me acerqué hasta que me quedé en frente del ente que los demás no podían ver, coloqué mi mano en el rostro de Jonz. Podía tocarlo con claridad, no entendía. De pronto, ese ser abrió su boca y mostró los largos y filosos dientes que tendría. Me austé bastante que caí al suelo y comencé a arrastrarme hacia atrás, quedando así al lado de mi padre. Él se alarmó, me agarró y me levantó, tratando de preguntarme qué me pasaba. Yo no le respondí, sólo me quedé mirando a Jonz para ver qué pasaba. El ente voló hacia mí y pronunció mi nombre un par de veces, dando a conocer que él no es mi asesino, o por lo menos no lo será hasta entonces. Eso me calmó un poco, por suerte. Todavía tenía que encontrar al asesino.


— Bo... —un susurro se escuchó dentro de mi cabeza, provenía de aquel ente que estaba en frente mío. Me separé de mi padre y miré confuso a Jonz.— ...Yo sé quién quiere matarte, pero no se encuentra aquí. Está en mi mundo.


— ¿Cómo sabes eso? ¿De dónde provienenes y por qué estás aquí? —le pregunté al ser en lenguaje de señas, mientras me acercaba a él y notaba que mi padre iba a realizar una llamada por teléfono.


— Lo sé, soy de ese mundo. —susurró aquel ente, sentía su mirada carmesí posada en la mía.— Estoy aquí porque tú me has creado, Bo. Lo hiciste cuando eras un bebé.


Cuando estaba por contestarle a aquella cosa, sentí que algo o alguien me agarró por detrás. Traté de soltarme, pero no pude. Giré mi cabeza y pude reconocer a esa persona: era un guardia de seguridad de aquel manicomio done fui cuando era más pequeño. Miré a mi padre mientras intentaba zafarme del guardia, mi padre me veía con una mano que le tapaba la boca. Mi hermano menor me veía completamente asustado. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué iban a llevarme a ese lugar otra vez? ¿Por qué me pasaba solamente a mí? Juro que no estoy loco, que Jonz es real. No entiendo por qué mi padre no me cree, debería hacerlo. Necesitaba muchas explicaciones ahora, aunque sé que nadie me las daría.

Un Miedo Imaginario. | Edward O'Sullivan. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora