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Un romance oculto tiene muchos propósitos, pero el más importante: Evitar que alguien se entere de lo que dos personas sienten.

Por desgracia no todas las parejas corren con la suerte de llevar su amor a lo clandestino por un largo tiempo sin sufrir las consecuencias o ser atrapados con ambas manos en la masa prohibida

Todo empezó una mañana, como cualquier otra. Sin nada de especial...
Una de muchas peleas se había originado en medio de los corredores del castillo, el cual dirigía, específicamente al aula de transformaciones.

Era muy común entre los alumnos esperar hechizos y los peores de los insultos, esto debido a que los protagonistas siempre eran los mismos.

Todo estaba dividido, la mayoría de los alumnos sentían un pequeño aprecio por Potter, esto debido principalmente a que consideraban que  Malfoy ya se estaba pasando con las típicas y muy inmaduras provocaciones, las cuales siempre eran con referencia a la familia fallecida de Harry o a sus dotes mágicos, los cuales no estaban siendo muy buenos, en especial con Pociones donde todo estaba de mal en peor.

A pesar que las discusiones de ambos jóvenes siempre subían de nivel, llegando incluso a lastimarse. Nunca se hacían el suficiente daño, esto, suponían muchos, era causa de la gran tolerancia que podía llegar a tener Potter.

Pero esa mañana no corrieron con la suerte de darse la espalda e ignorar lo que el otro dice.

Con un fuerte grito. La profesora Minerva McGonagall interrumpió el que consideraba “Típico espectáculo de adolescente”. Camino en dirección hacia Potter y Malfoy, los cuales no dejaban de mirarse con un odio superior al fastidio que en ese momento sentía la jefa de la casa de Gryffindor.

—¡Malfoy empezó, profesora!

—¡No me interesa quien empezó señor Weasley!—hablo con voz firme—. Y le agradecería que usted y la señorita Granger vayan directo al aula—miro a los demás alumnos—. Lo mismo va para todos. ¿Que esperan?

Los alumnos con miradas algo desanimadas se fueron retirando hacia el aula de transformaciones.
Los únicos que quedaron en medio del corredor fueron Potter y Malfoy. Los cuales no precian muy preocupados por el castigo que fueran a recibir.

Si bien la profesora no toleraba los conflictos, consideraba que la única manera de terminar con el odio de ambos jóvenes era castigarlos a estar juntos en una tarea.

Aunque cualquiera hubiera considerado que algo como eso, solo podría empeorar el rencor y odio que se tenían. Eso ya no importaba, cualquiera que fuera el resultado, tenia que intentarlo.

Esa mañana los termino asignando una tarea que les tomaría varias horas. Ambos debían limpiar las mazmorras, en especial un aula que el profesor Snape había solicitado para guardar ciertos materiales e ingredientes.

Mientras ambos jóvenes se dirigían hacía las mazmorras, no se dirigieron palabra alguna, ni la más mínima mirada por el frío y oscuro camino.

Una vez llegaron al aula que la profesora les había ordenado limpiar, Malfoy ingreso, espero que Potter también lo hiciera y cerro la puerta con una fuerza que ocasiono un pequeño eco en el vacío lugar.

—Eres lo más detestable que existe, Potter—le dijo con el ceño fruncido, se acerco a el con paso firme—. Por tu culpa estoy castigado y mas te vale que esto dure—lo agarro con fuerza de la camisa y lo jalo para besar los labios del Gryffindor, el cual correspondió al instante.

Ambos se conocían muy bien, el dulce sabor que solo ellos podían sentir, la respiración acelerada del otro con cada intensificación de los besos.

Harry llevo una de sus manos a la espalda baja de su acompañante mientras que con la otra tenia bien sujeta la nuca evitando que el rubio se le escapara.

Draco no tenía el menor interés en dejar que ese momento termine, de manera torpe guió a Harry hacia un rincón del aula.

—Ey, espera—se asusto Harry alejándose un poco—, se que parece un lugar privado... Pero nos pueden atrapar.

—Ya deja de poner escusas—se enojo—. Si no quieres, solo dilo.

—Me encantas—le susurró volviendo a tomarlo con fuerza para besarlo con euforia, no querían desperdiciar más tiempo.

Las manos del rubio se movieron rápido y empezó a desabotonarle la camisa, acariciando con deseo la piel del azabache que poco a poco iba adquiriendo un calor superior al que antes tenia.
Un gemido se escucho de ambos, disfrutaban con gusto lo que estaban viviendo, habían tenido momentos en la torre de astronomía, en el baño de Myrthe la llorona, pero en ese momento no parecían querer dejarlo en solo besos.

Harry ignoró completamente el frío de las paredes, se había quedado sin camisa, y Draco se había arrodillado frente a sus pantalones, empezando a desabrocharle el cinturón.

—Debes tener algo de paciencia—le dijo Draco sin dejar de jugar con el cinturón del azabache—. Además debes saber que es la primera vez que lo hago. Puede que... Ya sabes.

—Ni se te ocurra morderme—le advirtió tratando de ignorar el bulto en sus pantalones que empeoraba con cada segundo.

Draco sonrió divertido.
Había logrado desabrochar por completo el cinturón y empezaba  poco o poca a bajar la cremallera del pantalón de Harry.

La fantasía mas grande del azabache se iba a cumplir, si no hubiera sido por ciertos amigos que no podían dejarlo solo.

La puerta del aula se abrió con fuerza. Dos personas ingresaron sin imaginar lo que encontrarían.

—Aun no puedo creer que la profesora hizo que limpiaras esto con Malfoy—la voz de Ron dejo helado a Harry que al instante olvido el bulto en sus pantalones—. Por cierto. ¿Amigo, donde estas?—al instante Draco agradeció la oscuridad del aula, no hubiera soportado que lo vieran en una posición tan comprometedora.

Una voz femenina se escuchó y una fuerte luz aparecía en la punta de su varita, era Hermione la que había convocado Lumos.

Harry como instinto jalo a Draco rápido para que se pusiera de pie y lo rodeo con los brazos.

—¿Donde se abra metido ese...—Ron logro localizar rápido a su amigo y como si un balde de agua helada le hubiese caído encima, su expresión en el rostro no era clara, entre una mezcla de asombro, asco y horror. Se encontraba en la entrada del aula, sin parecer poder moverse.

Hermione en cambio se sonrojo violentamente y agacho la cabeza, evitando seguir viéndoles.

—¿Que demonios hacen acá?—pregunto Harry completamente enojado—. ¡Deberían estar en clase!

—La profesora... Nos.. Mando a comprobar—murmuró Hermione.

Ron pestañeo un par de veces.
Se había quedado sin palabras, ya ni recordaba como se hablaba.
La castaña sintió una tremenda incomodidad y dio media vuelta para retirarse, ya le daría tiempo a Harry de explicarse, por el momento tenia la mente bloqueada y prefería alejarse con Ron a comentar algo que pudiera herir a los cuatro.

Agarro el brazo del pelirrojo con fuerza y lo arrastró de las mazmorras. Lo llevaría, si es posible, a los terrenos, eso no había sido fácil de asimilar para ninguno.

Love, Harco•DarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora