A pesar que solo dos personas sabían del romance secreto entre Harry y Draco, esto había ocasionado un serio problema para el rubio.
No podía soportar la mirada del pelirrojo, esa mirada acusadora que siempre lo juzgaba por cualquier acción que cometía.El azabache había hablado muy seriamente con sus amigos para evitar que divulgaran la información, lo que habían visto en las mazmorras. Dejando en claro que ellos no podían arruinar su felicidad. Al principio ninguno de los dos le encontraba coherencia, no comprendían en que momento habían estado saliendo, una duda que ni Harry quiso aclarar.
Ambos prometieron que no molestarían a Draco y que lo que habían visto en el aula nunca había ocurrido.
—Aun no lo entiendes—le dijo Draco con la cabeza oculta entre las rodillas. Se encontraba sentado en la torre de astronomía junto con Harry, en plena noche—. Para ti es fácil. Ellos son tus amigos.
—Y porque lo son, se que nadie se enterara—le tranquilizado rodeándolo con su brazo—. Ellos no hablaran nada. Te lo aseguró.
El rubio negó sin levantar la mirada, sentía un nudo en la garganta, todo le parecía una pesadilla.
—Yo le diría a todos lo muy enamorado que estoy de ti—le susurro Harry para hacerlo sentir mejor—. No me importaría nada y lo sabes, no importa lo que otros digan.
—No—murmuró
Harry suspiro y se acercó más al rostro de Draco para darle un tierno beso en la mejilla.
Sentía como si su compañero estuviera bajo una nube negra muy grande que crecía con cada segundo y eso lo hacia sentir mal. No podía soportar ver a la persona que amaba tan triste.—Por favor dime lo que debo hacer—le pidió el azabache.
—Es mi culpa—comento con la voz débil—. Esto nunca hubiera pasado si yo hubiera puesto seguro a la puerta... Pero también no hubiera servido de nada porque tus amigos siempre encuentran la forma de arruinar todo.
—Ay... mi Dragón—le susurro con cariño—. Se que estas muy inseguro, pero debes confiar en ellos. Los conozco, nunca me traicionarían—le volvió a besar, pero esta vez en el cabello, el cual bajo los rayos de la luna, aumentaba ese hermoso color rubio platinado.
Ambos guardaron silencio, Draco había levantado el rostro de sus rodillas para mirar el terreno de Hogwarts, luego de un momento miro el rostro de Harry y bajo la mirada para luego recostarse al costado de el.
El azabache no dejaba de abrazarlo por los hombros, no quería alejarse ni un centímetro de el.—Si ellos no dirán nada... ¿Entones que?—pregunto Draco con la mirada triste—. ¿Continuamos como antes? ¿A escondidas?
—Tenemos cerca de un año, un tiempo maravilloso—le dijo con una sonrisa muy brillante—, yo lo gritaría a todos en pleno desayuno. Si quieres lo hago mañana, me subo en la mesa de los profesores y lo grito a los cuatro vientos.
Draco negó divertido al imaginarlo, le agradaba la idea de poder formalizar. De restregarle a la cara de muchas que el corazón de Harry ya tenía dueño.
En especial a una en particular que no lo dejaba en paz, no podía decirlo pero no soportaba en lo más mínimo la presencia de Ginny, la cual incluso parecía obsesionada con Harry.—Te ganarías el peor de los castigos—le dijo con una pequeña sonrisa de costado, el humor se le estaba mejorando.
—Soportaría cualquier castigo por ti, Draco, el que sea. Y sabes algo, ya es momento de que todos lo sepan, todos deben saber lo nuestro. No me parece justo que oculte ante tan hermoso. Te amo y todos lo van a saber—le agarro el rostro con delicadeza y beso en la frente—. Yo solo quiero que seas feliz, así yo también lo seré.
Las mejillas de Draco se tornaron de un rosa muy tierno mientras sonreía. Pero Harry no pudo ver su sonrojo debido a la sombra que hacia la torre.
—Mejor cuando tu estés listo—le dijo Draco
Harry lo abrazo dibujando en su rostro una sonrisa de oreja a oreja. Había conseguido animarlo.
